Sin interseccionalidad no hay democracias

Por Cora Ruiz Tena* | Fotos: Lucía Prieto (portada e interiores) y Clara Chauvín (interiores)

La representación de la diversidad de mujeres en la política y los debates incipientes sobre cómo pasar de la teoría al ejercicio de los derechos políticos, resulta un tema urgente, en torno a los conceptos de democracia, paridad e interseccionalidad. 


Este 23 de septiembre, Día Nacional de los Derechos Políticos de la Mujeres en Argentina, nos facilita el marco para traer al centro del debate la interseccionalidad. Este concepto está tomando peso para cuestionar quienes ocupan los espacios de toma de decisiones políticas y públicas. El punto de partida de este enfoque integra el sexismo, la norma heterosexual, el racismo y la explotación capitalista, y fue acuñado por Kimberlé Crenshaw en el contexto del black feminism de la década del ‘90 en Estados Unidos. 

En el análisis de la perspectiva interseccional en la representación política se focaliza en las relaciones desiguales de acceso y permanencia en el poder político. Es decir, no solo en aquellos obstáculos que se encuentran las mujeres en relación a sus pares varones, sino que se visibilizan las múltiples estructuras de opresión del entorno social, cultural, económico, político, legal e institucional que potencian estas vivencias de discriminación (Symington, 2004). En la intersección de categorías -como género, colonialidad, etnia/raza y clase social- emerge la interdependencia de múltiples manifestaciones y grados de violencias políticas que sufren las mujeres y personas de la diversidad sexual. Además de razones como la edad, la identidad de género y/o orientación sexual, la situación socioeconómica, entre otros factores que potencian estas situaciones de desigualdad estructurales asociadas a la exclusión política de sus intereses y necesidades. 

En este sentido, el rol de los feminismos latinoamericanos es central, especialmente de los feminismos decoloniales y comunitarios, en el reclamo de la participación de los grupos históricamente subrepresentados en la toma de decisiones políticas. Así como de la reivindicación de una democracia inclusiva, entendida en términos de acceso a la representación política.
PH: Clara Chauvín

En estos últimos treinta años, las más de 40 reformas electorales de género a nivel legislativo nacional realizadas en 17 países de América Latina han obligado a modificar el comportamiento de los partidos políticos (Reformas LatAm, 2020). De esta forma, la representación de las mujeres en los parlamentos de la región ha aumentado hasta el 30% entre 1990 y 2020. Con las leyes de cupo, Argentina fue pionera en asegurar un piso de participación legislativa femenina, pero el 30% se convertía en un techo. Luego, pasamos a la paridad que se basa en el reconocimiento de que las mujeres en América Latina y el Caribe constituyen el 50,6% del total de la población, así siendo las mujeres el 50% o más de la población, es necesario que su participación en la toma de decisiones públicas sea en una proporción similar. Es más, los países que tienen mayor porcentaje de representación de mujeres jóvenes son los que presentan mayores avances en reformas electorales de género, este es el caso de México y Argentina. (Ruiz Tena Cora, 2021, 16).  

Tal como indica ONU Mujeres (2021), la paridad ha representado la política más exitosa para incrementar el número de mujeres en los parlamentos latinoamericanos. Sin embargo, es cierto que los partidos políticos siguen buscando todas aquellas estrategias -como hicieron con las leyes de cupo- para saltarse la legalidad. Tal como indican algunos de los estudios más destacados sobre la evaluación de las cuotas de género a nivel nacional y subnacional, Llanos y Sample (2008), Jones (2009, 2010), Archenti y Tula ( 2014),  Caminotti (2014), Caminotti y Freidenberg (2016), Flores-Ivich y Freidenberg (2017), entre otros. 

Tal es así, que no hay consistencia entre la existencia de la legislación y el ejercicio del derecho, tal como da cuenta Flavia Freinderberg, las mujeres están empoderadas, el problema es que no tienen acceso a los espacios de toma de decisiones políticas. De igual forma y con mayor intensidad ocurre si incorporamos la perspectiva interseccional al análisis.

Las politólogas de la región, entre ellas colegas de la Red de Politólogas, están haciendo un esfuerzo gigantesco para investigar, estudiar y monitorear, y en definitiva, avanzar en democracias paritarias en América Latina. Destacaría el rol que jugaron las colegas de Chile, el país tendrá la primera Constitución paritaria del mundo (Arce y Suarez, 2021).

No alcanza con la paridad

En este punto, me tomo el atrevimiento de afirmar que la paridad por sí sola no resuelve el tema de la representación de la diversidad de mujeres en los espacios de poder político. Es por esto que hablar de mujeres en plural significa reconocer su intersección con etnias y lenguas, edades, clases sociales, identidades trans y travestis, orientación sexual, capacidades y ubicación geográfica. La práctica de la democracia no es posible sin la presencia activa y participativa de la diversidad de mujeres (afrodescendientes, indígenas, jóvenas, mestizas, mujeres trans y travestis, lesbianas, entre otras). Esta necesidad de su participación política implica no solamente el reconocimiento de ser sujetas de ciudadanía sino erigirse como sujetas políticas ocupando cargos de toma de decisiones políticas y públicas. 


Ph: Lucía Prieto

Todo lo anterior, indica la importancia de tomar consciencia que un mayor número de mujeres en puestos de elección popular no se traduce automáticamente en políticas progresivas y que beneficien a la heterogeneidad de mujeres, y en particular, a las colectivas de mujeres tradicionalmente invisibilizadas en el ámbito político: indígenas, afrodescendientes, campesinas, jóvenas, trans y travestis, lesbianas y mujeres en situación de pobreza o con discapacidad, entre otras. 

El pasado 14 de septiembre junto a colegas de la Red de Politólogas conversamos en un Twitter Spaces de los retos y desafíos de la democracia paritaria en América Latina desde la perspectiva interseccional alrededor a la idea de #DemocraciaViva en  el marco del 15 de septiembre día de la Democracia. En este intercambio, colegas como Patricia Gómez y Karen Garzón, abordaron el rol clave que ocupa la participación de la diversidad de mujeres en la conceptualización de la paridad, cuestionando el binarismo. Y el reto que tenemos de repensar en la representación de las interseccionalidades escapando de la lógica patriarcal de la democracia genéricamente sexuada. 

Por su parte, también existe la vertiente de la implementación de la combinación de cuotas de género combinadas con cuotas de otras colectivas subrepresentadas, por ejemplo, cuotas por etnia o juveniles, se debería evaluar cuáles son sus efectos en los sistemas electorales y si permitirían una mayor participación de la diversidad de mujeres en los cargos electos.

La demanda de los feminismos de incorporar la teoría de la interseccionalidad en el estudio de las desigualdades de la representación política nos obliga a reflexionar cómo superar las posiciones de privilegios y desventaja de las que parten las personas en su diversidad, y especialmente las mujeres en plural.


*Cora Ruiz Tena es Consultora y facilitadora en Latinoamérica, especializada en género y juventudes. Politóloga por la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, Máster en Juventud y Sociedad por la Universidad de Girona, Maestría en Administración Pública por la Universidad de Buenos Aires (tesis en elaboración), y Diplomada en políticas y sexualidades por Flacso Argentina.

Sus intereses de investigación son: feminismos, interseccionalidad, juventudes y participación política. Fue Directora del proyecto SISA de la organización regional Asuntos del Sur durante 3 años. Trabaja en la identificación de las violencias machistas y las estrategias de incidencia política de la diversidad de mujeres en América Latina (rurales, urbanas y de la periferia, jóvenes, adultas, de pueblos indígenas, afrodescendientes, mestizas, mujeres trans y travestis, mujeres de la diversidad sexual). Así como en la facilitación de procesos para la creación de iniciativas de empoderamiento desde las propias mujeres, especialmente las más jóvenes. Ha formado parte de grupos de investigación en el sector privado, público y tercer sector, asumiendo cargos de investigación y de gestión.


Bibliografía:

Arce, Javiera y Suárez, Julieta (2021). Todo lo bueno que trajo la paridad. CIPER, mayo 19 ttps://www.ciperchile.cl/2021/05/19/todo-lo-bueno-que-trajo-la-paridad/

Lugones, Maria. (2008). Coloniality and gender. Tabula rasa, (9), 73-102.

Observatorio de Reformas Políticas en América Latina (1978-2020). (2020). Ciudad de México: Instituto de Investigaciones Jurídicas (IIJ-UNAM)/Washington, D.C.: Secretaría de Asuntos Políticos de la Organización de los Estados Americanos (SAP/OEA). https://reformaspoliticas.org/wp-content/uploads/2020/12/TablaGenero%5E0Politica_10.09.2020-1.pdf

ONU Mujeres (2021) Hacia una participación paritaria e inclusiva en América Latina y el Caribe. Panorama regional y aportes de la CSW65.

Ruiz Tena, Cora (2021). Las invisibles: Las jóvenes y su representación política parlamentaria. Elecciones, 20 (21). ORCID: 0000-0001-9850-4546

Symington, Alison (2004). Interseccionalidad: una herramienta para la justicia de género y la justicia económica. Derechos de las mujeres y cambio económico, 9, 1-8.