Parir bien: cuerpos en resistencia

Entrevista a María Fernanda González (*)  | Por Clara Chauvín | Foto de portada: Vero Ape – Constructora de imágenes | Fotos interiores: Nicolás Suárez | Ilustraciones: Sabina Blasco

 

Gestar y parir en contexto de pandemia trajo nuevos interrogantes sobre cuáles son los escenarios alternos a los habituales que plantea el sistema de salud, los cuales puedan garantizar partos y nacimientos respetuosos.

 

Del 17 al 23 de mayo se desarrolla la Semana Mundial del Parto Respetado cuyo lema en este 2020 es “Mi decisión debe ser respetada”. El parto respetado es un derecho establecido por ley en Argentina desde 2004, sin embargo, en muchas oportunidades no es garantizado dentro del sistema de salud. La importancia de una formación respetuosa del parto en los profesionales de la salud y la promoción de este derecho en la sociedad en general, se presentan como elementos fundamentales dentro del cumplimiento de los derechos sexuales y reproductivos. ¿Cómo se garantizó el acceso a este derecho para las mujeres y personas gestantes en el contexto de pandemia? ¿Qué significa gestar, parir y nacer bien? ¿Este presente funcionó como una excusa para recrudecer la violencia obstétrica sobre los cuerpos? Charlamos sobre estos temas con María Fernanda González quien integra los equipos de investigación sobre salud mental materna y parto respetado de la Facultad de Ciencias de la Salud de la UNER y con dos mujeres que cursan embarazos a término y nos cuentan sus experiencias.

-¿A qué nos referimos cuando hablamos de parto respetado?

-Un parto respetado tiene que ver con la atención y el respeto de los tiempos fisiológicos y psicológicos del parto. La idea de parto respetado surge, entre otros antecedentes, en la Declaración de Fortaleza que hizo la OMS en 1985. Allí se habla de algunos indicadores de la atención de calidad como lo son la continuidad de cuidados; el llevar la tasa de cesáreas a un número cercano a un 10 o 15 % y no más que esa cantidad. Un exceso de cesáreas es indicador de un modelo intervencionista sobre el cuerpo de las mujeres. En esa declaración también se habla de la importancia del acompañamiento de las personas de confianza de la mujer, durante el trabajo de parto. Cuestiones que hoy vemos que no se están cumpliendo o que se cumplen de modo uniforme en Entre Ríos. En Argentina existe la ley 25.929 de parto respetado que señala cuáles son los derechos de la mujer, de las personas gestantes y de los bebés recién nacidos.

-¿Cuál es la realidad actual dentro del sistema de salud en torno a garantizar este derecho?

-Los datos que tenemos –provenientes de diversas encuestas nacionales que realizaron, por ejemplo, la Red de Salud Mental Perinatal y organizaciones como Las Casildas– es que son pocos los hospitales que están adecuando el sistema de atención para garantizar el derecho a un parto respetado.

Por ejemplo, en muchos hospitales no se cumple con el derecho al acompañamiento o se cumple de forma parcial. También es muy desigual el cumplimiento del contacto piel con piel, madre-bebé, en la primera hora posterior al nacimiento. Desde el punto de vista fisiológico y emocional, es fundamental que los bebés permanezcan con sus madres una vez que hayan nacido. Y no unos escasos minutos como suele ser. El contacto debe ser permanente y continuado durante al menos una hora, si las condiciones vitales de la madre y el bebé lo permiten. Además, se debe contener y asistir a la madre para que se inicie la lactancia materna en sala de parto. Tanto el acompañamiento como el contacto piel a piel, tienen un tratamiento muy desigual en nuestro país y la provincia de Entre Ríos no es la excepción.

Desde la FCS hicimos un trabajo de investigación en hospitales de la provincia. Se entrevistó a obstétricas, ginecólogos/as y pediatras, algunos de elles jefes y jefas de servicio y lo que vimos es que no suele haber un criterio homogéneo para la atención, que depende mucho del profesional o la guardia. Es decir, hay guardias dentro de los hospitales que son más abiertas a que pase un  acompañante o en permitir modelos de parto diferentes en otras posiciones, como por ejemplo, los partos verticales. En cambio, hay guardias que no lo permiten. Es decir, dentro del mismo hospital, conviven modos de atención, algunos más intervencionistas y otros más respetuosos.

-¿Existe un real conocimiento de este derecho en las mujeres que llevan adelante un embarazo?

-Es una realidad que en general muchas mujeres no conocen la ley de parto respetado. Desde la FCS durante tres años sucesivos hemos estado haciendo encuestas a mujeres en edad reproductiva, donde les preguntamos si conocen la ley y que nos nombren algunos de los artículos. Hay hasta un 70% de mujeres y familias que no conocen que tienen esos derechos tanto ellas como sus bebés durante el parto. Cuando se les pregunta cuál de esos derechos están al tanto, por lo general el que más se conoce es el de poder pasar al parto acompañadas.

Hay muy poca información y esto es parte de la responsabilidad del sistema de salud porque no se informa a las mujeres durante la etapa de gestación. Tampoco se brinda información desde otras instituciones, como por ejemplo, la escuela secundaria. Hay bastante desconocimiento.

-¿Cuál ha sido el trabajo de la FCS en torno a la formación y sensibilización respecto al parto humanizado?

-En la FCS es un tema muy presenten tanto en la formación como en la investigación, sobre todo teniendo en cuenta que allí se forman licenciadas en obstetricia, médicos y médicas, enfermeros y enfermeras. Todos los años se hacen diferentes actividades en relación a la Semana de Parto Respetado. Este año por el contexto de aislamiento social preventivo adoptado frente a la pandemia del Covid-19, se hicieron de forma on line. Las estudiantes de Obstetricia se forman en aproximaciones respetuosas al parto y también preparan diferentes acciones para difundir los derechos de las mujeres.

En cuanto a la investigación, desde 2017 hasta este año inclusive, hemos desarrollado una investigación, la cual dirigí, donde participaron diferentes profesoras e investigadoras de la facultad sobre los activismos por el parto respetado en Entre Ríos (1), entendiendo que los grupos de mujeres, sobre todo los grupos feministas, son actoras importantes dentro de la red para la difusión de los derechos en el parto y también para acompañar a las mujeres cuando se trata de hacer valer esos derechos. Son los grupos que en general hacen diferentes acciones en localidades y barrios, que recogen sus propios datos de hechos de violencia obstétrica y acompañan a las mujeres desde lo anímico, lo afectivo y lo legal, en forma de red, como se acostumbra en las actuaciones feministas.

Esos grupos son muy importantes dentro del escenario de cambio que se necesita para una verdadera atención del parto respetado. También denuncian las situaciones de violencia obstétrica que se viven en la atención al parto y en los procesos obstétricos en general, como en lo relacionado a violencias vividas en el acceso a la ILE (Interrupción Legal del Embarazo) o en situaciones de pérdidas gestacionales. Los derechos sexuales y reproductivos tienen un aspecto formal que es aquello que está en las leyes, normas y recomendaciones como las de la OMS, de los Ministerios o los protocolos hospitalarios. Pero luego hay otro aspecto referido a la apropiación de los derechos, que tiene que ver con el ejercicio y el reclamo. Allí celebramos cómo ingresa la forma en que estos colectivos y espacios feministas reclaman, exigen e instan a las diferentes instituciones, al Estado, hospitales y a las clínicas privadas, a hacer los cambios que hacen falta para un modelo de atención respetuosa del parto.

Es importante remarcar que en algunos aspectos se ha tendido a homologar el parto respetado con el parto domiciliario. Lo cierto es que en nuestro país, éste es un tipo de parto muy minoritario, lo eligen muy pocas familias por diversos motivos. Nuestra posición es reforzar y promover la mejora de la atención institucional del parto entendiendo que allí es donde actualmente van a parir la mayor parte de las mujeres y sus familias. Debemos trabajar tanto en el sistema de salud privado como público, esto es, tender a la mejora de los sistemas institucionales. Tal posición muchas veces trae resistencias dentro de los sistemas, en algunos casos relacionado a las inercias institucionales, con las jerarquías y también con las formas de ejercicio y tensiones que se producen entre las diferentes profesiones involucradas en la atención al parto. Además, en el ámbito privado existe un modelo que prioriza la cesárea o enfoques más productivistas o mercantilistas en la atención al parto.

-El próximo 28 de mayo se conmemora un nuevo Día de Acción Global por la Salud de las Mujeres ¿Qué significa enmarcar los derechos sexuales y reproductivos como derechos humanos?

-Eso ha permitido darle a estos derechos un marco legal y de sentido conceptual muy importante. Es entender que si se violan los derechos sexuales y reproductivos se están violando derechos humanos, que llevar adelante una vida sexual y reproductiva libre de violencia y discriminación es un derecho inherente a nuestra humanidad. Además, nos brinda elementos de presión a los Estados que no cumplen con estos derechos. Hace poco España, por ejemplo, tuvo un llamado de atención por parte de la Unión Europea por situaciones de violencia obstétrica que se viven en sus hospitales. Ésos son los cambios que permiten considerar a estos derechos dentro del paradigma de los derechos humanos.

Gestar en primera persona

Planear el parto ideal muchas veces se encuentra frente a una pared por parte del sistema de salud porque desoye los pedidos legítimos de las mujeres y personas gestantes de ser protegidas y respetadas en las decisiones sobre sus propios cuerpos. Así lo cuenta Licia Méndez, de 33 años y quien transcurre hoy la semana 37 de su cuarto embarazo:

Comenzamos a transitar el embarazo sin la pandemia. Todo venía bien y a partir de marzo comenzaron algunas restricciones, como por ejemplo, que mi compañero no pueda pasar a ver las ecografías de controles. En cuanto al parto, ya habíamos hablado con la obstetra respecto a ciertas cosas que queríamos que se cumplieran: que se respetara la hora de oro, que no haya un corte rápido de cordón, que a mí no se me pusiera una vía en cuanto llegara a la institución a parir. Tuvimos muchas negativas en cuanto a eso, y si bien pensábamos presentar un plan de parto cuando lo mencionamos nos dijeron que por protocolo se me iba a poner una vía por las dudas. Además, el tema de la hora de oro y el corte de cordón, dependerían de la voluntad del pediatra o neonatólogo que estuviera de turno. Nadie nos aseguraba que se nos fuera a respetar eso.

Si bien Licia y su familia viven actualmente en la ciudad de Colón, Entre Ríos, habían considerado tener su bebé en una clínica en Concepción del Uruguay. Pero todos los impedimentos médicos relatados fueron cuestiones innegociables en relación a cumplir sus deseos sobre cómo parir y por eso, cambiaron de opinión:

A partir de las negativas, comenzamos a pensar en la posibilidad de un parto en casa. Cuando comenzó el aislamiento social por el Covid-19 nos enteramos además que mi compañero no iba a poder estar presente al momento del parto. Ahí ya fue más fuerte la búsqueda, por suerte conseguimos un equipo que nos va a acompañar y la idea es por lo menos hacer el trabajo de parto en casa. Si luego tenemos que ir a una institución a parir no tendríamos mayores inconvenientes. Pero el tema es que se nos respete el poder estar juntos, los tiempos del bebé y los míos. Estamos un poco desilusionados con lo que el sistema de salud brinda, porque todas estas son recomendaciones que hace años hace la OMS y no se están respetando.

Florencia Larrosa tiene 31 años y espera a su primer hijo junto con su pareja, ambos viven en San Nicolás de los Arroyos, provincia de Buenos Aires. Mientras transcurre la semana 33, habla sobre su experiencia como primeriza. Los sentimientos de emoción de un embarazo muy deseado se entremezclan con los cambios físicos que conlleva el momento de gestar y la indignación de este presente, frente a un sistema de salud que además desprotege a las mujeres.

La maternidad (o materpaternidad como me gusta decirle a mi) deseada es un camino de ida. Nunca retornas al día cero desde el momento en que decidís gestar vida. Alquilas la cuerpa por 40 semanas. Es un estallido social de hormonas donde pasas por todos los estados de enajenación, felicidad, incertidumbre, enojo. En donde se ama muchísimo el estado, pero también se lo odia un poco. Aprendí a que soy un mantra y amigarme conmigo misma, algunos días de manera más sencilla otro con luchas internas muy duras. Perdí mi identidad física, esa que está tan romantizada en el embarazo: los músculos duelen, los pezones pican, las venas se marcan. Te estreñís. Te cuesta respirar. El individuo se mueve y es hermoso, pero duele y mucho. No podría imaginarme nunca lo que significa esto, sin desearlo realmente. Hay miedos también: al sistema de salud, al dolor, al propio parto, a que me respeten, a que me oculten cosas y no me expliquen. Si gestar y parir es difícil, peor aún lo es en tiempo de pandemia donde todo se agranda a escalas absurdas y donde las mujeres quedamos expuestas en el momento más vulnerable de nuestras vidas. Porque sí, somos población de riesgo, pero para el Estado, un tanto ignorante, no es riesgo hacer colas a las 4 de la mañana para obtener un turno, con frío, con lluvia y con una condición gestacional. Y a pesar de existir un protocolo que garantiza el parto respetado, es moneda corriente que hoy en día entremos a parir solas, tengamos que permanecer solas con nuestros mamíferos lactantes, doloridas, cortadas y extenuadas. Todo porque el sistema, aún, no considera una necesidad vital el parto respetado. No lo blanquean pero las acciones hablan por sí solas.

 

(*) María Fernanda González – Doctora en Psicología por la Universidad Autónoma de Madrid. Profesora Titular de Psicología y Coordinadora de Proyectos Educativos Virtuales en Facultad de Ciencias de la Salud de UNER.

(1) Trabajos de investigación que pueden consultarse:

– Activismos por el parto respetado: prácticas, apropiaciones y disputas en Entre Ríos, Argentina: http://isco.unla.edu.ar/edunla/cuadernos/catalog/view/7/20/40-3

– Narrativas de mujeres activistas: participación y transformación entre lo personal y lo político: https://revistas.urosario.edu.co/index.php/apl/article/view/7949