Malvinas, custodiar nuestra soberanía

Por Alicia Panero* | Imagen: Graffiti callejero y fotos de archivo

Desde el Plan Proyecto Humanitario que acordaron Argentina y Reino Unido hasta la actualidad, este artículo repasa los hechos y datos contundentes que cada 2 de abril reabren el debate sobre la reparación de las identidades de los muertos de Malvinas identificados como NN. El lugar de las veteranas de guerra. El doble rol del Estado en la reparación de las historias personales y de la memoria social para reconstruir la historia argentina reciente.


La terminología empleada para referenciar a los muertos que dejó la guerra es materia de algunos mezquinos análisis de sectores políticos que nada tiene que ver con la acción soberana de identificarlos. En este sentido, ningún análisis u hecho modifica la realidad histórica y brutal de que la guerra de Malvinas fue la última operación que alzó la dictadura para quedarse un poco más en el poder. Y eso no hace menos héroes a sus muertos, por ellos volvimos a la democracia.

Entre mayo y junio de 2017 comenzó la identificación de los combatientes caídos en la guerra de Malvinas sepultados como “soldados solo conocidos por Dios” en el cementerio argentino en Darwin Islas Malvinas. Si bien este es un hecho humanitario que no debe politizarse, entender Malvinas como parte ajena a la dictadura es un absurdo, ocurrió por responsabilidad del gobierno militar.

Este proceso de identificación, llevó años de reclamo de organizaciones y grupos de familiares, para que finalmente los deudos puedan saber cuál fue el destino final de sus seres queridos. Puesto que la identidad es un derecho, y que particularmente, la identidad de los muertos en combate es un derecho amparado en el Derecho Internacional Humanitario, reside en que sólo intervengan los deudos y las partes en el acuerdo; nadie más, porque son sus muertos.

El Plan Proyecto Humanitario

De los 123 soldados del Cementerio de Darwin, fueron 84 las familias que firmaron, en acta notarial y ante escribano público, el pedido de reconocimiento que fue presentado en la justicia. El Plan de Proyecto Humanitario, con sus nueve capítulos, sus anexos y cláusulas acordadas por ambos gobiernos, Argentina y el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte, detalla sobre todo el procedimiento de extracción de material arqueológico, análisis documentario y forense, emisión de informes individuales e informe final. Así como también garantiza que los datos personales serán preservados. Fue firmado en Londres el 20 de Diciembre de 2016 por el Embajador, Pedro Villagra Delgado, Secretario de Relaciones Exteriores de la República Argentina,  Sir Allan Duncan, ministro de Estado, ministro de Relaciones Exteriores y de la Commonwealth de Gran Bretaña e Irlanda del Norte y Peter Maurer, Presidente del Comité Internacional de la Cruz Roja.

¿Cuáles son los principales aspectos del acuerdo?

Entre sus párrafos el protocolo señala que conforme al Derecho Internacional Humanitario, las partes de un conflicto armado deben tomar todas las medidas factibles para averiguar lo acaecido con las personas reportadas desaparecidas a raíz del conflicto armado, tomar las medidas factibles para identificar los cadáveres y dar respuesta a las familias. El CICR, Comité Internacional de la Cruz Roja, realizó por su parte una visita a las Islas a fin de determinar los requisitos logísticos y técnicos para la tarea encomendada. Fue en julio de 2016. Tal protocolo de trabajo establece que se exhumarán las tumbas de una a la vez, se analizarán pequeñas muestras en el lugar junto a la documentación, e inmediatamente después, serán inhumados en sus tumbas correspondientes. El Comité Internacional de la Cruz Roja, garantiza que los restos sean tratados con la dignidad que corresponde a lo largo del proceso. En este proceso intervienen, el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF), reconocidos por su excelencia a nivel mundial, el Laboratorio de Genética Forense de Lancashire, Reino Unido, el Laboratorio de Genérica Lidmo, de la ciudad de Córdoba, Argentina, el Servicio de Genética Forense del Instituto de Ciencias Forenses de la Universidad de Santiago de Compostela, quienes realizaran una doble comparación cruzada y a ciegas con las muestras de ADN. También, se elaboraron informes para los casos que por diversos factores no se pudieran identificar, entre ellos la falta de muestra de material genético de familiares. En caso negativo, solo se informará: negativo, sin identificar. Las muestras sin identificar quedaran al resguardo de Iniciativa Latinoamericana para la Identificación de personas Desaparecidas (ILID) y EAAF. Los restos no identificados en custodia, podrán ser objeto de análisis a futuro, a pedido de los familiares que no deseen hacerlo en el presente, o en relación a la aparición de familiares hasta el momento no registrados. El costo total de la operación será de alrededor un millón cien o un millón cuatrocientos mil francos suizos. Sera financiado por la República Argentina y Reino Unido. Las partes no pueden dar a conocer a terceros ningún dato personal usado en el proceso, por ninguna causa. No se permitirá la presencia de medios de comunicación en el sitio de trabajo, en ninguna etapa del mismo. Y ambos gobiernos acordaron que el CICR mantendrá su parcialidad y neutralidad, con la seguridad de que se tendrá presente en todo momento el carácter humanitario de este proyecto.

¿Quiénes lo propiciaron?

En diciembre de 2011, la Comisión de Familiares se presentó a la CAUSA N° 9580/11 Caratulada: “NN s/ amparo Dte. CECIM”[1], allí, Delmira Hansenclever de Cao, se presentó en su carácter de Presidenta de la Comisión de Familiares de Caídos de Malvinas, solicitando la Identificación de las 123 tumbas que seguían siendo NN. Este documento, hace más incomprensible la negativa posterior de la comisión a identificar, una vez llegado el acuerdo. En gran medida la realidad de los 123 sólo conocidos por Dios, desnuda algunas condiciones en las que los conscriptos fueron a la guerra, por ejemplo, secciones enteras sin chapas identificadoras. Sólo repasar el caso del Regimiento de Ejército 7 de La Plata, donde había 30 muertos sin identificar. El Plan Proyecto Humanitario, permitió hasta ahora la identificación de 119 soldados.

El acuerdo llevó varios años de negociaciones desde que se impulsara la causa judicialmente por pedido de unas madres chaqueñas bajo el patrocinio del entonces abogado Alejo Ramos Padilla. En ese entonces, el juez Ercolini ordenó por fallo judicial a Cristina Fernández en 2012, negociar el inicio del proceso que acabó firmando el gobierno del ex presidente Mauricio Macri.  Debemos reconocer que el acuerdo fue impecable, pero la puesta en valor del cementerio en 2004, a cargo de la comisión de Familiares de Caídos, adulteró dos tumbas, sin explicación alguna. No se conocen los motivos porque nunca hubo respuestas, o principalmente, evadieron la responsabilidad señalando a la administración de la comisión anterior.

Lo cierto es que los muertos invisibilizados y ocultos casi 16 años bajo lápidas apócrifas, tienen familias que quedaron excluidas del proceso de identificación por parte del Estado y aún esperan por ello. Específicamente, se trata de dos tumbas múltiples, con más de un resto. Por una de ellas, el actual Gobierno nacional logró el acuerdo Plan Proyecto Humanitario Dos, donde se identificaron cuatro de los 119 soldados, y por la otra sepultura, este año se elevó a la Cruz Roja Internacional un pedido para su exhumación. Si nos remontamos en el tiempo respecto de los reclamos en la reparación de las identidades de esos muertos, custodios de nuestra soberanía como los llamamos con orgullo, los argentinos no conocemos ni siquiera los antecedentes.

Custodios de nuestra soberanía

Un día en 1983, apareció un británico del que poco sabíamos, el Coronel Geoffrey Cardozo, que les dio entierro. Además seleccionó a algunos veteranos y periodistas, allá por 2008, para darles a conocer el video del entierro de nuestros muertos con honores militares, imágenes que sin dudas hubiesen traído alivio a todo el pueblo argentino y no sólo a los familiares de haberlas visto apenas recuperábamos la democracia. Pero lo argentinos tenemos esa tendencia a ser adoradores de mitos y a buscar héroes que den alivio a la culpa por el abandono que un país entero le dio a los muertos de Malvinas durante tres décadas. Basta recurrir a los Archivos Nacionales de Kew, Richmond, en Reino Unido, para encontrar casi todo lo necesario para reconstruir esta parte de la historia, con antecedentes sorprendentes. Bajo el título “UK Colonies, Falklands Islands, Humanitarian Aspects” están guardados los antecedentes del sorprendente pedido de identificación de todos los muertos de Darwin, en una presentación realizada por el abogado José Montiel Belmonte, quien tan pronto como en 1987 envió al gobierno británico un pedido humanitario de identificación, denegado el mismo año, por no proceder de parte del Gobierno argentino. Según el documento, el pedido respondía a la necesidad de familiares representados por el abogado. En el mismo archivo, pero con fecha de agosto del mismo año de la guerra, 1982, el Foreign and Commonwealth Office, le responde nada menos que al Licenciado Alfredo Peculo, dueño de la conocida Cochería Paraná, la negativa a su pedido de trasladar todos los cuerpos de los soldados argentinos al continente. Peculo, fue muy conocido luego en los noventas por sus publicidades sobre funerales, haciendo gala de su capacidad de trabajo en el negocio mortuorio. Él hizo el ofrecimiento también en nombre de algunos familiares que no menciona. Nunca sabremos si fue una maniobra particular de marketing o un pedido de la dictadura al empresario, en un intento de tercerización de “repatriación” como pedían los isleños.

La primera ceremonia oficial con honores militares de nuestros caídos en Malvinas, se realizó el 8 de Julio de 1982 en el cementerio civil de Puerto Argentino, con la presencia de militares británicos y argentinos, aún prisioneros en ese momento. Entre ellos, se encontraban los ingenieros anfibios de la Armada cuya Compañía CKIA redactó un informe, donde relatan el hallazgo de cuerpos en Monte Tumbledown, de casualidad, buscando minas. Quien estaba a cargo de esos operativos era el Sargento Antony Canessa, que había desarrollado una gran relación con los prisioneros argentinos, y tal vez por eso, sea hoy un olvidado más en esta historia. Canessa nació en Gibraltar, desembarcó en la costa de la Isla Soledad con el buque HMS Dunbarton Castle cuando terminó la guerra, y formó un gran equipo de trabajo con subordinados argentinos. Lo apodaron “el tío” y muchos años después de la guerra recibiría cartas de sus prisioneros. Escribió un libro, sobre su relación con los soldados argentinos y nadie en Reino Unido quiso publicarlo porque carecía de actos “sangrientos”. Canessa facilitó a los argentinos las bolsas mortuorias para poner los cadáveres en las ensoñadas cabezas de Galtieri, y quienes comandaban las tropas no habían barajado la posibilidad de enterrar muertos de manera digna e higiénica. Los ingenieros recuerdan a Canessa observando desde un Monte, como ellos levantaban los cuerpos, en una actitud de respeto y silencio. Esos muertos fueron llevados luego en helicóptero al cementerio de civil de Puerto Argentino. Ese 8 de julio, hubo una ceremonia con honores y gaitero tocando “El Lamento”.

Por esos días también se produce la llegada de otro inglés de origen hispano, el entonces Capitán Cardozo,  quien cumpliendo órdenes estrictas del gobierno de Margaret Thatcher, organizó la logística de la construcción del cementerio y la redacción del informe, También contrató sepultureros de una empresa civil, Lodge Brothers y Paul Mills de Mirral para que se encargaran de las exhumaciones ya que también recibió órdenes más que estrictas respecto de que los militares ingleses no podían tocar los cuerpos –el punto 15 de su propio informe es contundente al respecto–.  Sin embargo, en la traducción del informe que circula entre veteranos y periodistas argentinos, la versión omite ese punto 15 y señala que fue el Reino Unido, y no la iniciativa del coronel inglés, quien dio digna sepultura a los muertos, como también ocurrió a través de Canessa. Principalmente remarcar que esa tarea pudo desarrollarla cualquier militar que hubiese estado en condiciones de entender un poco el español, para poder leer algunos elementos identificatorios que tenían los caídos.

La historia necesita verdad y no magia

El Reino Unido cumplió a rajatabla con la Convención Internacional de Ginebra, y después del hundimiento del Crucero Belgrano durante la guerra los ojos del mundo estaban sobre ellos, todos los ojos excepto los nuestros que nos enteramos más de 30 años después. El video del entierro de los soldados tiene hoy copyright con el nombre de Cardozo, siendo estas imágenes propiedad del gobierno del Reino Unido porque están en el Archivo Nacional y de las BBC, que tomó las imágenes. Sin embargo y en todo caso, son del pueblo argentino. Pero según sus propias palabras fueron tomadas por la BBC para el gobierno británico y nunca fueron requeridas por la prensa argentina, en más de 30 años. Llegará un día en que no necesitemos relatos creados en torno a hombres que sólo cumplieron la tarea que se les ordenó y que seamos lo suficientemente maduros para tolerar la verdad, sin disfraces. Los procesos de reconstrucción de la historia deben ser, de una vez por todas, por honor a los muertos en cuyo nombre vivamos a la patria, reales. La historia necesita verdad y no magia.

La deuda con las veteranas de guerra

A poco de cumplirse cuarenta años de la guerra, y a ocho años de la publicación del libro que las sacó a luz por primera vez –“Mujeres Invisibles” de mi autoría–, las veteranas siguen aún en una nebulosa inexplicable.

En un contexto nacional e internacional donde se ha avanzado en la igualdad, la equidad y la integración de las mujeres, es inexplicable que, en nuestro país, queden dudas respecto de si tuvimos veteranas o no, en la misma condición que los varones. Son dieciséis, que existen desde el mismo momento que terminó la guerra. A ellas las alcanza la ley que determina la veteranía de Malvinas en nuestro país. El 2 de abril se conmemora según la ley 25.370, en su ARTICULO 1° — Declárase «Día del Veterano y de los Caídos en la Guerra de Malvinas». Sabemos que la palabra “veterano” evoca a un hombre, excluyéndolas una vez más de la historia reciente de todos los argentinos y las argentinas. La historiografía universal ha marcado un corte siempre machista respecto de las mujeres en acontecimientos históricos, y nuestro país no es la excepción. Considerar a las mujeres fuera de la historia, haciendo textos donde se destacan en determinadas actividades por ser mujeres, está lejos de una óptica para la inclusión. Las mujeres deben dejar de ser un apartado de la historia, para ser definitivamente parte de ella. En este sentido, es urgente y necesario reparar la presencia de estas mujeres en la memoria colectiva de la sociedad, y referirnos a las “veteranas” con todas las letras, porque siempre han existido, no son una moda sexista. Ellas fueron instrumentadoras quirúrgicas, cumplieron tareas como comisarios de a bordo, radio operadoras, comisarios navales y mediadoras. También cumplieron funciones como los varones en el TOAS, tal como lo indica la Ley 23848 de 1990.

Historias en primera persona

En el ejercicio de incluir a todas las argentinas vamos a repasar y repetir sus nombres, ellas son: Mariana Soneira, Marta Giménez (Buque Ara Canal de Beagle), Graciela Gerónimo (Buque Bahía San Blas), Doris West (Buque Elma Formosa), Susana Mazza, fallecida, Silvia Barrera, María Marta Leme, Norma Navarro, María Cecilia Richieri, María Angelica Sendes (ARA Almirante Irizar), Liliana Colino (Fuerza Aérea Argentina) Maureen Dolan, Cristina Cormack, Silvina Storey (mediadoras), Olga Cáceres, Marcia Marchesotti (Buque Bahía Cincel)

Claro que a las mujeres las abarca la misma disputa que a los varones respecto de continentales y veteranas, e incluso algunas continentales que desempeñaron tareas muy importantes se volvieron muy conflictivas persiguiendo una condición que la ley no les otorga, así como una pensión. Eso lleva a que las autoridades de las Fuerzas Armadas que enviaron a las veteranas a donde silbaban las bombas, prefieran no mencionarlas, para evitarse problemas. Liliana Colino es la única mujer argentina que pisó suelo de Malvinas durante la guerra, y la única placa que lleva su nombre en el hospital Aeronáutico Central, lo tiene mal escrito. La Fuerza Aérea inauguró una sala museo para conmemorar los 40 años de la guerra, donde se exhiben objetos de todos los escuadrones que participaron. De Liliana no hay nada. Una resolución ministerial de 2012 debió aclarar que esas mujeres se desempeñaron como los varones, dando a entender que pudieron hacerlo bien, como ellos. También hubo hechos como la sanción del proyecto de ley presentado por la Diputada riojana Hilda Aguirre de Soria, 1033-D-202, que cambia el artículo 1º de la ley 25.370 por “Dia del veterano, la veterana y de los Caídos en la Guerra de Malvinas”. Esta modificación es la manera de tenerlas presentes, y que de una vez estén en las memorias y el agradecimiento de los argentinos y argentinas. Incluir el género en la ley, será una reparación histórica.


*Alicia Panero es Profesora en Historia, UNDEF; Cruc IUA Córdoba. Autora de los libros “Mujeres Invisibles”, 2014 Bubok.com.ar Edición e-book. “Soldado Desconocido, un largo camino a Darwin”, 2021. Editorial Puntoaparte. Su proyecto actual de investigación: «Las mujeres durante la guerra de Malvinas, la configuración de los buques hospitales».


[1] Se tramitó ante el Juzgado Nacional Criminal y Correccional N° 10, Secretaría N° 19, con el patrocinio del Dr. Francisco J. Pestanha. ABOGADO. T 37 F° 618.