“La ley de identidad de género es el comienzo de la democracia para las personas trans travestis”

Por Andrea Sosa Alfonzo* y Clara Chauvín** para la Serie Juntas | Fotos: Archivo Museo de la Memoria Trans | Ilustración: Emiliano Pereyra

De adolecente se fue de su casa en Lanús hacia Capital para sostener a su familia. Fundó la Asociación de Travestis, Transexuales y Transgénero Argentinas (ATTTA) donde luchó contra la violencia y la represión estatal. En 2001 se exilió a los Estados Unidos, huyendo de la persecución policial. Desde Alemania, junto a la fotógrafa Cecilia Estalles, fundaron el Archivo de la Memoria Trans. Conversamos con ella sobre la creación de ATTA, la fundación del Archivo de la Memoria Trans y su importancia en la reconstrucción de una memoria invisibilizada y su lucha por los derechos de un colectivo que, a cuarenta años de democracia, sigue sin respuestas.

-Partamos de conversar sobre tu infancia, adolescencia y tu historia de vida.

-Soy del partido de Luján. Nací en 1973. Mientras estuve sola mi infancia estuvo bien. En el momento que empiezan a nacer mis hermanos comienza a complicarse un poco más. Me voy de mi casa a los 16 años. Tenía dos trabajos e iba a tercer año de la nocturna. Había muerto mi papá de cáncer y  por una cuestión económica abandonó todo y me vengo a trabajar a Capital. Me meto en una de esas agencias de trabajo sexual. Así pude solventarme y sacar adelante a mi familia. 

En 1993, en mi cumpleaños de veinte, fue la creación de ATTTA. Ahí comienza mi activismo, ya que fue en mi domicilio donde se crea la organización. Era mi cumpleaños y derivó en  una reunión de activismo porque dos de las asistentes no llegaban ya que habían sido detenidas. Así que el cumpleaños terminó siendo como una reunión sindicalista. La primera palabra que usamos para organizarnos fue sindicato de travestis, pero de las que asistían había algunas que no eran trabajadoras sexuales y ese nombre no les convencía: una de ellas había estudiado magisterio, era maestra pero no podía ejercer, trabajaba en el guardarropa de una discoteca; otra hacía costura; otra era peluquera; otra trabajaba de enfermera pero con el DNI de la hermana, entonces no podía hacerse visible. Y como lo único que se pensaba que hacíamos nosotras era trabajo sexual, íbamos a estar todas catalogadas como trabajadoras sexuales y algunas integrantes no querían eso. Entonces, surgió la idea de ponerle Asociación de Travestis Argentinas por un dicho de un policía, una de las veces que nos quisieron arrestar. Discutiendo con el policía nos dijo: “pero ustedes quiénes son, de la asociación de travestis argentinos” y a esa anécdota terminamos convirtiéndola en el nombre. Yo presidí ese grupo desde 1995 hasta el 2001. En noviembre de ese año me exilié a Estados Unidos. La persecución policial que había era muy fuerte, sobre todo para quienes encabezaban o presidían los grupos.

A inicios de 2002, presenté mi documentación para pedir asilo político en la corte de Estados Unidos. Todo ese tiempo estuve en revisión, con los riesgos de quedar detenida para el juicio, quedar detenida para ser deportada o que me digan “venga tal día” y así poder regresar a mi casa. Eso fue hasta diciembre de 2004 cuando me otorgan el asilo político. A partir de 2005, pude salir de Estados Unidos y volver para esta zona, pero pasando por Uruguay ya que no podía pisar Argentina por tener asilo político. Eso fue hasta el 2008 cuando me cambiaron el estatus de asilada política, a residente. Al tener la residencia volví a usar mi pasaporte argentino. En 2008 volví al país pasando por Uruguay para que no me quedara registro en el pasaporte. Luego volví a Uruguay y desde allí regresé a Estados Unidos.  Pasado cierto tiempo de residencia,  tenía que hacer la ciudadanía que implicaba estar cinco años sin moverme del país. Yo ya había empezado a viajar y no quería eso, entonces decidí irme a España donde estuve un año aproximadamente. Al poquito tiempo me fui  a Alemania porque hacía teatro show, entonces me anoté en uno de esos teatros chiquititos que se llaman cabaret, e hice cabaret de show. Me contratan y me quedo trabajando en ese lugar. Iba de Alemania a España y viceversa, hasta que me terminé finalmente viviendo en Alemania.

-Decías que en 2001 tuviste que exiliarte a Estados Unidos porque  la persecución policial que había era muy fuerte. Estamos hablando ya de plena democracia…

-Cuando hablamos de cuarenta años de democracia se habla de democracia cis, ya que para las personas trans el período que va desde 1984 hasta el 1989 significó la matanza más grande que hay registrada en Panamericana. Y te hablo de esto porque está registrado mediante archivos de la prensa amarillista de esa época. No sé lo que pasó en el resto del país porque no tenemos archivos que lo comprueben. En el momento en que una persona trans era echada de su casa ya había desaparecido. Quién la iba a buscar, alguna amiga, no tenía su nombre legal y también estaba en riesgo de desaparecer por buscarla. Entonces, nuestra línea de tiempo no es la misma que la línea de tiempo de toda la sociedad ya que los Falcon y los grupos de operaciones que ya estaban armados y, que a partir del 10 de diciembre del 1983 no podían meterse en una fábrica, no podían secuestrar estudiantes ni familias, ni maestros, ni profesores, se dedicaron a hacer limpieza social y armaron el área de moralidad, dentro del Departamento Central de Policía. Durante todo ese tiempo, los mismos autos  y la misma gente se dedicó a hacer limpieza social. Por eso quedó registrada toda la matanza de esa época. Durante 1989, 1990 y 1991 se seguían haciendo los allanamientos dentro de las discotecas, las racias, eran normales para todas las discotecas, pero sobre todo para los ambientes LGBT, discotecas gay o pubs que había en esa época.  Tenemos que pensar que la Marcha del Orgullo comienza en Argentina recién en 1992, cuando vuelve Carlos Jáuregui de Francia con la idea de tener la marcha también en nuestro país. Mientras que en otros países de Latinoamérica ya se estaba haciendo. Yo participo en la marcha desde la segunda con la fundación de ATTTA, que se fundó el 25 de junio de 1993. La marcha se hizo el 28 de junio, tres días después de ese cumpleaños que les conté. En ese tiempo las marchas se hacían en vivo, para utilizar los canales de noticia en vivo. Entonces, vimos por la televisión que en ése momento estaban frente a la Catedral, nos tomamos un taxi y caímos en la marcha. Y a partir de ese día, nos metimos en la Comisión organizadora y empezamos a conocer lo que era el movimiento gay-lésbico, conformado por personas de clase media alta. Nosotras llegamos como para cambiar y romper ese esquema en el cual las necesidades eran otras. Los gay y lesbianas querían que no los echen del trabajo, compartir obra social con sus parejas, adoptar, casarse. Mientras que nosotras queríamos caminar  por la calle y que no nos llevaran presas. La realidad era totalmente distinta.

-¿Y desde entonces tuvieron algún tipo de política reparatoria desde del Estado?

En realidad fue otorgarnos a cuentagotas los derechos que el resto de la sociedad ya tenía y tiene. Porque la palabra reparación era para quiénes habían sido violentados durante la dictadura: podes ir a un juicio y anotarte en un espacio donde tener una reparación. Las personas trans no entramos dentro de esa reparación porque no fuimos consideradas por los organismos de Derechos Humanos. Eso te lo puede decir el testimonio del Rabino Meyer en 1987 cuando le deja a Carlos Jáuregui cuatrocientos legajos que hablaban de amorales, desviados, personas que se juntan con otras del mismo sexo y distintas anotaciones sobre personas trans travestis desaparecidas. El rabino Meyer le manifestó a Carlos Jáuregui que lo que estaba escrito en esos legajos le hacía acordar al triángulo rosa del campo de concentración nazi por el tipo de torturas que recibían las personas LGBT. El ensañamiento y el sadismo con el que ejecutaron las torturas quedaron reflejados en esos legajos. Sin embargo, los grupos  que estaban en esa reunión de la CONADEP donde se abrieron los expedientes y se leyó el Nunca Más, muy marcados por la Iglesia Católica,  decidieron ocultar esos cuatrocientos legajos (porque no eran humanos. Como se decía en esa época, “los argentinos somos derechos y humanos hasta este punto”. 

Ningún grupo de derechos humanos tuvo una reacción. Si no hubiera sido porque el rabino Mayer -que no era de Argentina y no tenía ningún tipo de compromiso- no se lo comunicaba a Carlos Jáuregui, y si éste no lo hubiera escrito en su libro, hoy no lo sabríamos. Hasta el día de hoy, esos cuatrocientos legajos nunca fueron abiertos. No sé si han visto algunas veces cuando están las fechas conmemorativas del 24 de marzo que anda un número 30.400 pintado con la banderita LGBT. Precisamente, no es que decimos que son 30.400, sino que lo hacemos para visibilizar a cuatrocientas personas trans travas olvidadas que pertenecen al reclamo de los 30 mil. No lo hacemos para cambiar o cuestionar el número, pero hasta que esos legajos no salgan a la luz seguiremos diciendo 30.400. Además, los 30 mil no es  un número fijo, ¿verdad? Lo que queremos es que se reconozca que existieron cuatrocientas personas que representan a toda una comunidad.

 -¿Cómo fue la creación del Archivo de la Memoria Trans, el proceso de la búsqueda de fotos, con qué historias te fuiste encontrando durante este tiempo?

-El proceso comienza después de la Ley de Identidad de Género, el punto que marca la democracia para las personas trans, porque hasta ese momento, el mecanismo del Estado era el de persecución y el arresto. Teníamos edictos policiales, códigos contravencionales, artículos policiales, y todas eran de arresto por “vestimenta contraria al sexo”. Por eso es que decimos que la democracia para las personas trans aparece a partir de 2012 con la Ley de Identidad de Género, cuando el Estado nos da una identidad. Una Argentina donde la búsqueda de la identidad es tan fuerte, nosotras la logramos recién a partir del 2012 cuando el Estado dejó de tener políticas de persecución para tener políticas de integración. Con la Ley de Identidad de Género ya no pudieron echarnos del colegio, ni del trabajo, no me podrían negar la salud pública y hasta podían enterrarme con el nombre con el cual yo estaba registrada.

A mediados de 2012, con la muerte de Claudia Pía Baudracco, heredó una caja, sus cenizas y sus colgantes. Con esa caja de fotografías, que yo conocía porque habíamos vivido juntas, conocía la importancia de esa caja y  la colección que ella tenía, ese material fue el disparador para la creación del Archivo de la Memoria Trans. Los primeros años desde 2012 hasta 2014 fue un mecanismo de reunión y sabernos vivas, dónde estábamos cada una de nosotras. Era un grupo cerrado, privado, secreto de Facebook donde podías ingresar si otra persona te ingresaba. Así, en el transcurso de tres meses, llegamos a ser unas 1800 personas trans que vivían en Argentina o que estaban en el extranjero.

Entre 2014 y 2015 conozco a Cecilia Estalles, una fotógrafa que estaba trabajando en un intercambio con Canadá y estaban buscando transfemicidios. Le mencionan el archivo, me nombran, se comunica e ingresa en el grupo. De ahí elige un caso, el de Gina Vivianco,  que eran cuatro hermanas travestis en la familia y a una de ellas la mata la Policía. Es el caso que se decidió documentar y hacer luego algunas entrevistas. A partir de ahí, ella me indicó que el material que teníamos y lo que estábamos haciendo era bueno sacarlo a la luz, hacerlo público. Sobre todo nos propone pensar que teníamos que sacarlo de ese ámbito familiar y privado.

-¿Cuándo se hace físico y público el archivo?

-A partir de 2015 comenzamos a hacer físico el archivo. Empezamos a escanear las fotos y rastrear dónde estaban. Porque las chicas las compartían en las Redes Sociales de ese grupo cerrado pero eran fotografías de otra foto. Entonces, comenzamos a buscar quiénes estaban publicando las fotos que valían la pena y empezamos a pedírselas prestadas para escanearlas. Yo desde Alemania y Cecilia desde acá. Yo hacía los contactos, armaba la cita y quien iba era Cecilia con su escáner o retiraba el material y lo escaneaba en su casa.  Así llegamos a 2016, cuando aplicamos para poder hacer una exposición en el Haroldo Conti, dentro de la ex Esma. Logramos que se nos apruebe el expediente. Hasta ese momento veníamos haciendo exposiciones pequeñas, en espacios LGBT. Dentro del ambiente nos conocíamos o nos estábamos haciendo conocidas. Con el material que ya habíamos juntado y escaneado correctamente, aplicamos para la Ex Esma y logramos tener la exposición en diciembre de 2017 llamada “Esta se fue, a esta la mataron, esta murió”. El nombre salió de la constante conversación que teníamos cada vez que revisábamos las fotografías. Fue la primera exposición pública, fuera del ambiente LGTB, pero en un espacio de memoria propiamente dicho. Esa primera exposición contó con una curación de cinco mil imágenes, llevadas a quinientas, donde también había audios, videos, fotografías, álbumes. Una muy linda muestra.

A partir de este momento comenzó un derrotero en distintos espacios internacionales que empezaron a conocernos: desde el Reina Sofía en Londres, el Virreina de Barcelona, hace poquito estuvimos en la Bienal de San Pablo. Distintos espacios internacionales empezaron a reconocernos, no solamente como archivistas conservadoras, sino también como artistas de estas fotografías ya que son sacadas por nosotras mismas.

-Durante este proceso de creación del Archivo,  ¿tuvieron algún acompañamiento del Estado?

-No. Y te diría que estas fotografías se salvaron del Estado, porque precisamente lo que nosotras documentamos es la desidia que hizo el Estado. Sería una ironía que nosotras estuviéramos trabajando dentro del Estado. O que nuestras fotografías pertenecieran al Estado. Nosotras nos financiamos  y nos auto gestionamos con las exposiciones que hacemos y recibimos financiamiento desde el extranjero. Para la capacitación estuvimos primero por Iberarchivos, luego por Ibermemorias que trabajan con archivos latinoamericanos. Y en los últimos cinco años, hemos sido financiadas por el Internacional Trans Fundación (Fundación Internacional Trans), que es de Estados Unidos y que es con la que nos mantenemos con trabajo y así sostenemos la oficina. Pero, definitivamente del Estado no queremos absolutamente nada.

-En relación a los vínculos con organismos de derechos humanos, las diversas articulaciones e instancias de visibilización dentro de la comunidad LGBTTYQ+, ¿cuál es la experiencia más reciente en Argentina que puedan destacar como un  avance?

-Haber colocado una placa que hablaba sobre nuestras vidas dentro del Archivo Nacional de la Memoria, dentro de la ex Esma. Cuando entras al edificio, en la mano derecha está la placa. Por otro lado, debemos tener reconocimiento sobre nuestro archivo desde los distintos espacios de Derechos Humanos. Es muy importante que otros archivos nos consideren un archivo, que nos consideren colegas. Prácticamente seguimos capacitándonos constantemente, y acceder a una beca para poder estudiar la Diplomatura en Archivística en la UNTREF, sin haber terminado la secundaria, es un logro importantísimo. Esos son pequeños actos significativos, pero lo que más rescato es la labor de las mujeres trabajadoras de los espacios en archivos y bibliotecas. La re catalogación de nuestras fotografías en los archivos de la Biblioteca Nacional, por ejemplo, fue gracias a las trabajadoras.

Pensemos que los archivos fueron un espacio ocupado por hombres durante años, y por eso éramos catalogadas mediante la visión de un hombre. Entonces, para poder rastrear las fotografías, tuvimos que sentarnos a pensar cómo ellos nos podrían haber ingresado: el hombre mujer, el hombre vedette, homosexuales vestidos de mujer, diversas categorías que no coincidían con nuestra identidad. La posibilidad de re catalogar nos permitía hacer mucho más llevadera la muestra. Incluso, en el museo del libro, hay una exposición que se llama Amorales. Si buscan Amorales Exposición van a ver una muestra hermosísima que se hizo con la mayoría de los documentos que nosotras rescatamos.

-Qué interesante lo que mencionas sobre la revisión del enfoque desde el cual se catalogaba, que era el de una perspectiva patriarcal….

-Lo que ocurre al armar los archivos es cómo lo catalogo: si yo catalogo mal un documento, no puede ser encontrado. Entonces, la importancia de re catalogar bien un documento tiene que ver con revisar los cambios necesarios para que los documentos puedan ser encontrados. Creo que esa fue la importancia que tuvo el trabajo de las trabajadoras del archivo, que tomaron la decisión de volver a catalogar un documento o una serie de documentos. Por eso remarco insistentemente que fueron las trabajadoras quienes se tomaron esto en serio. Porque también nos podrían haber dicho: “Bueno ya encontraste tu documento y queda guardado igual, total lo encontraste vos porque pusiste esa palabra”. Pero fueron las trabajadoras las que dijeron: “Tenemos mal ordenado nuestro archivo” ¿Cómo hacíamos nosotras si queríamos buscarnos? No nos íbamos a encontrar porque nunca íbamos a buscar(nos) con esas palabras. Y este proceso nos muestra un contexto: cómo éramos tratadas en ese tiempo, cómo éramos miradas desde la sociedad y también cómo éramos archivadas. Hoy tenemos nuestro propio archivo, con nuestra voz, lo organizamos nosotras, lo trabajamos nosotras. Ese es el respeto ganado de parte de otros archivos.

-Considerando el enorme avance de los discursos más reaccionarios, ultraconservadores y fascistas que, de alguna manera, hablan de un retroceso a nivel social ¿cuáles son los desafíos para el colectivo LGBTTIQ+ para defender lo conquistado?

-Si yo tengo que hablar sobre mi población que son las personas mayores de cincuenta años, nosotras no tenemos más que un DNI. Para que cuando esté muerta pueda ser enterrada con mi nombre. Ésa era una expectativa que tenía a partir de 2012. La democracia llega en 1983 y en 1985 ya estaban saliendo las leyes reparatorias. En 1987 estaba todo visible y ya estaban empezando a ser reparadas las personas víctimas de la dictadura. En cambio nosotras, tuvimos nuestra democracia a partir de 2012. En 2015 estaba a punto de salir la reparación para nuestra población y por el cambio de gobierno hacia la derecha, se interrumpió ese proceso. Recién tuvo que venir este gobierno para poder sancionar el Cupo Laboral Trans. Un cupo laboral que debemos describir, es para la juventud, ya que no está destinado a las personas trans mayores de 50 años.

Entonces, lo que decimos sobre cada uno de estos adelantos; hoy está cuidada la niñez trans, la adolescencia trans, las personas que transicionan, con un trabajo; pero las personas que pasaron toda la desidia, el abandono y no pudieron ni siquiera estudiar y hoy tienen cincuenta años, no pueden ir a trabajar. Con suerte, les queda cinco años de vida. No hay un modelo de reparación histórica. No fuimos incluidas en la reparación existente para las personas que fueron perseguidas por la dictadura si la tomamos hasta 1983. Pero nuestra dictadura llegó hasta 2012. O sea que hay una reparación más extensa para una población y eso quedó muy marcado. Y cuando hablamos de esto, estamos hablando de que si somos nueve mil personas las que tenemos el cambio registral, el 5% son personas mayores de cincuenta. El 42%, son menores de veinte años, hijos e hijas de la Ley de Identidad de Género. Tenían nueve años cuando salió la ley. Entonces, si hablamos de que se instale un retroceso, ése va a ser sobre una población joven, en cambio nosotras, como personas mayores, seguimos estancadas. Por supuesto que la derecha asusta demasiado, porque ese pequeño avance, que no nos llegó a nosotras, podría incluso significar un retroceso mucho mayor. Incluso podría derogar la Ley de Identidad de Género. Tranquilamente lo podrían hacer si son gobierno. El miedo es constante, pero no vamos a sentir que nos van a sacar algo que no tenemos. Como no lo tengo, no me lo pueden sacar. No tengo una reparación, entonces no me pueden quitar la reparación. Quiero que se entienda este punto que señalamos: pueden retrasar una política pública, pero mientras se nos siguen muriendo las compañeras, porque tenemos un promedio de vida de 35-40 años.

-Entonces, ¿cuáles son las demandas más urgentes de cara al siglo XXI?

-La reparación histórica para la población mayor de cincuenta años. Y un programa de limpieza de cuerpos de silicona (de uso médico)  para  tratar de salvar más vidas, ya estamos todas intoxicadas con ese veneno.  Hoy nos sorprendemos con el caso Silvina Luna, pero todas las personas trans tenemos el mismo producto para poder ser consideradas trans. Si no tenías ese producto, no eras una persona travesti. Esto pasaba en la cultura trans de las décadas del 70 al 90. En cambio hoy le decimos a las nuevas generaciones: no te coloques ese aceite porque te va a matar. Éste es el principal factor de por qué el promedio de vida es tan bajo, más allá de la violencia y otras consecuencias que tuvo nuestra población. Básicamente es el envenenamiento la respuesta. En Colombia, este producto es parte de la salud pública. En Estados Unidos, hay programas que se llaman Clean Your Body (Limpia tu cuerpo) sobre la extracción del silicón. Acá todavía estamos pensando si va a juicio o no va a juicio un médico. Pero no era el único que colocaba, hay otros que siguen colocando en la actualidad el mismo producto.

En mi caso, trabajo con una población de personas mayores de cincuenta años por eso es que hablo de las problemáticas que tenemos que son totalmente olvidadas ya que el cupo laboral no se lo puedo ofrecer a una persona mayor de cincuenta, porque tengo que mandarla a capacitarse desde cero o que termine el colegio. No va a llegar nunca a poder jubilarse porque no tiene los aportes. Entonces, le arruinamos la vida durante muchísimo tiempo y ahora queremos que sean normalizadas socialmente e integradas. ¿Se entiende lo que estoy tratando de decir? Desde afuera se dice “Ah tiene cupo laboral, qué bueno”, “No las echas del colegio, qué bueno”; “No te pueden echar del trabajo si estas transicionando, fantástico”. Pero quienes lograron todas estas leyes, son precisamente las que quedaron afuera del sistema.


Idea, Producción y Conducción: Andrea Sosa Alfonzo y Clara Chauvín

*Andrea Sosa Alfonzo es comunicadora y periodista. Se especializa en comunicación digital. Es Directora Periodística de Revista RIBERAS. Ha publicado artículos en diversos medios de comunicación. También hace columnas para radio desde 2014, desde el enfoque de género y feminismos.

**Clara Chauvín es periodista y productora de contenidos en Canal UNER y en Riberas. Desde el año 2009 viene trabajando en diferentes medios gráficos, radiales y televisivos, especializándose en género y feminismo. En 2019 publicó el libro «Hermanadas: Postales de lucha» (Editorial El Miércoles).

Edición de textos: Mauro Milesi

Ilustración de portada de episodio podcast: Emiliano Pereyra

Interpretación música Los Dinosaurios Charly García para artística de Tercera Temporada: Grisel Policastro