Historia del gran humedal entrerriano

El complejo fluvio litoral del Paraná tiene miles de años de historia, aunque su visibilidad en términos productivos y ambientales fue más reciente. De qué se trata esta geografía que forma parte de la identidad de toda una región.

Por Pablo Aceñolaza* | Fotos: Alejandra González Soca / Colectivo Manifiesto / Amelia Herrero

 

Si hay algo que se podría catalogar al menos de extraño, es la existencia de cerca de 17 mil km2 de superficie provincial con humedales, que hasta hace poco tiempo y estando a la vista de todos, era invisible para muchos.

El territorio está comprendido por el área que trazando una línea imaginaria une las ciudades de Santa Fe y Paraná, siguiendo el río Paraná hasta su desembocadura en el estuario del Plata. Integra casi 400 km y representa un poco menos del 20% de la superficie de la provincia.

Históricamente anclado en su progreso por las visiones estratégicas que aislaban físicamente a Entre Ríos del resto del país, pocos caminos lo recorrían en la década de 1960. Los pobladores se movilizaban en barcazas, lanchas, balsas y franqueaban los numerosos brazos para comunicarse con las provincias vecinas. La llegada del complejo ferrovial Zárate-Brazo Largo a mediados de la década de 1970 y la del enlace Victoria-Rosario a fines de 1990, produjeron el primer impacto de visibilidad ante la sociedad. Luego los incendios que se desarrollaron en 2008 y afectaron a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, abrieron los ojos a los políticos sobre la existencia de este extenso territorio. Paradójicamente, este humedal se desarrolla frente a los mayores aglomerados poblacionales del país y atraviesa las zonas núcleo maiceras y sojeras.

DESDE SUS ORÍGENES: UN DELTA QUE NO ES TAL 

La diferencia entre los nombres vulgares y los científicos de los seres vivos, es la universalidad del nombre científico. Mientras que solo en Argentina, al árbol curupí lo podemos llamar como lecherón, curupí-caí, árbol de de leche, pega-pega o Chaxayic (sin entrar a denominaciones de otros países), para el mundo académico tiene un solo nombre: Sapium haematospermum.

La misma relación existe entre los vocablos toponímicos de uso frecuente y el lenguaje académico. Un delta, según una definición geomorfológica clásica, corresponde a depósitos de sedimentos fluviales que se acumulan en la desembocadura de un río. Si bien existen diferentes tipos morfológicos, uno de ellos por su similitud con la letra griega, le confiere el nombre que lo caracteriza. Sin embargo, el área que comprende lo que vulgarmente se denomina delta del Paraná no se ajusta a la definición arriba mencionada por un simple hecho, es un conjunto de geomorfologías superpuestas a lo largo del tiempo geológico que incluyen mucho más que un delta.

Colectivo Manifiesto

Los cambios climáticos de los últimos veinte mil años moldearon la región por donde discurre el tramo final del río Paraná y se une al Uruguay. Ciclos fríos y secos, como los de fines del Pleistoceno (quince mil años atrás), fueron seguidos de ciclos más cálidos y húmedos que condicionaron ingresiones y regresiones marinas de manera sucesiva y compleja. Hace aproximadamente seis mil años, se produjo una ingresión marina que llegó a superar unos cinco metros, el actual nivel del mar. Las áreas afectadas llegaron casi hasta Diamante. Este tipo de eventos, produjo corrimiento gradual de las áreas de deposición deltaicas, cuyo frente llegó a estar hasta 200 km al norte de su actual posición. Una parte de Ibicuy que por aquel entonces estaba sobre esa cota, quedó temporalmente segmentada del territorio como una isla.  Este incremento del nivel marino, produjo a su vez taponamientos de los arroyos tributarios de ambas márgenes, que generaron planicies aluviales y deltas propios.

Pero la geografía se revirtió con el retroceso del mar hace unos cinco mil años, con el advenimiento de un clima más seco y de fuertes vientos que conformaron cordones y bancos litorales. A medida que el área iba entrando en una fase fluvial y el mar se retiraba, segregó deltas de tributarios, generó barras de arena, llanuras intermareales y albúferas antiguas. La complejidad fue cada vez mayor y la región se aproximó a su composición geomorfológica actual. Unos dos mil años atrás aproximadamente, devinieron condiciones climáticas similares a la actual, lo que coincidió con la aparición de los primeros asentamientos humanos en la región.

El delta propiamente dicho entendido desde su concepto geológico, corresponde al tramo final desde el sureste de Ibicuy hacia la desembocadura. Este delta crece por aporte continuo de nuevos sedimentos de la cuenca alta del Bermejo y avanza a una velocidad de entre 20 y 100 mts por año. Así el río Paraná y el Uruguay, descargan sus aguas en un estuario influenciado por ciclos mareales.

Los eventos geomorfológicos que se desarrollaron en los últimos diez mil años condicionaron fases marinas y fases fluviales sucesivas que fueron dejando su impronta en el paisaje. Para abarcar su diversidad geomorfológica de diferente origen, su denominación más lógica sería la de complejo fluvio/litoral del Paraná, utilizada también en el ámbito académico. La practicidad del término «delta» para mencionar a esta extensa área, consiste por lo tanto en un error.

UN POCO MÁS DE HISTORIA

Los primeros pobladores del continente probablemente llegaron hace unos catorce mil años, durante el último período glaciar. Tuvieron un largo recorrido desde Siberia para llegar hasta este territorio, con más de dos mil años de desplazamientos a pie y en balsas. Estos pobladores que transformaron la biota y paisaje de la región, llegaron mucho después a las tierras bajas del delta. Los primeros asentamientos datan de hace unos tres mil años. Sin embargo, sus restos se visualizan a partir del 600 DC hasta la llegada de los españoles a América Latina. Estos pobladores originales, aprovecharon la abundancia de los recursos en las planicies del río Paraná y aprendieron a convivir, tanto con las crecientes interanuales del mismo, como con los cambios ambientales de macrociclo. Fue la dinámica de inundación de los territorios del Plata la que definió los sitios para los asentamientos definitivos e incluso algunas ciudades, tuvieron que mudarse por haberse instalado inicialmente en áreas anegables.

Desde esa época los asentamientos humanos de diversa índole e intensidad,  tanto históricos como pre-históricos, realizaron un uso ganadero, pesquero y recreacional de la región, así como también fue una vía de transporte fluvial. Adelantados como Sebastián Caboto y Pedro de Mendoza, realizaron sus primeras descripciones que luego enviaron a Europa y que hoy resultan en los primeros datos históricos de la Cuenca. Mientras que los informes físicos, de biota y antropología de los territorios del Plata los realizaron los naturalistas y la Compañía de Jesús. El Padre Antonio Ruiz de Montoya, José Sánchez Labrador, Gaspar Juárez y Ulrico Schmidl, aportaron los conocimientos científicos incipientes de la región y lateralmente, de esta porción final del río Paraná. Hasta el gran Carlos Darwin navegó el Paraná y estudió sus barrancas. Desde entonces, varios investigadores iniciaron trabajos en la región que lograron un cúmulo importante de información sobre la diversidad biológica, productividad, funcionamiento y el papel ecológico del territorio.

CARACTERÍSTICAS DEL COMPLEJO DE HUMEDALES

El complejo fluvio/litoral del Paraná, no es un humedal en la totalidad de su extensión pero comprende a varios tipos, entre ellos: ribereños (adyacentes a ríos y arroyos);  palustres (pantanosos), lacustres (asociados a lagunas) y en alguna medida, estuarino en el extremo distal de su delta. Esta diversidad promueve una importante complejidad de ambientes, paisajes y atributos, como la diversidad biológica y funcional. Un ambiente de altísima heterogeneidad, diversidad y complejidad que se manifiesta en áreas con alta recurrencia de inundación, así como en otras que no se inundan, bosques, pastizales, vegetación flotante o sumergida y suelos arenosos a limo arcillosos.

Amelia Herrero - Arte in Situ 2

Los factores ambientales que estructuran el paisaje actual, son diferentes según las subzonas del complejo que consideremos. El ciclo de inundación y sequía es tal vez el más influyente, pero este ciclo posee mayor influencia mareal en el tramo inferior, mientras que el fluvial lo hace en el tramo superior y medio. La topografía interna a la vez juega un papel fundamental en regular la frecuencia e intensidad de las inundaciones, los tipos de vegetación, y por consiguiente, la fauna asociada a ella. Incluso los depósitos sedimentarios, para no llamarlos suelos, están condicionados en su génesis por el flujo del agua.

EL PULSO DE INUNDACIÓN

El factor ambiental que domina la escena del humedal es el pulso de inundación y sequía o pulso hidrosedimentológico. Así como el pulso cardíaco mantiene la vida de los animales, las crecientes y las bajantes, conforman las fases de un pulso hidrosedimentológico que sostiene la estabilidad de los ecosistemas de humedal. Según Juan José Neiif**, esta característica permite saber la frecuencia, la intensidad y la duración de ambas fases a lo largo de un período histórico y para una determinada altura topográfica. Los atributos hidrológicos determinan la existencias de unidades ambientales o las distribuciones de especies y los ciclos de nutrientes dentro de la llanura aluvial. Sin pulsos hidrosedimentológicos, lo que conocemos como paisaje aluvial del Paraná, tendría una estructura totalmente diferente.

ALGUNOS PELIGROS

Es creciente la preocupación de la comunidad científica y de las agrupaciones ambientalistas por el cuidado y conservación de la región. Una geografía repartida en cuatro distritos políticos, no facilitó la tarea.

La escasa visibilidad política y el uso productivo que se le dio a la región hasta no hace muchos años atrás, trajo aparejada una gran ventaja desde la óptica ambientalista ya que limitó el desarrollo de prácticas antrópicas intensivas. Salvo excepciones como las áreas forestales del delta, el aislamiento, la dificultad para su exploración, sumado a prácticas productivas extensivas que dominaron la región, hicieron de ésta un sitio privilegiado que merece ser manejado con una óptica conservacionista por los numerosos servicios ambientales que presta.

En cambio, el incremento de la presión antrópica vino a partir de la búsqueda de rentabilidades concebidas en el cambio de uso del suelo, tanto del propio territorio como de territorios aledaños. El modelo económico global y los patrones culturales de nuestra sociedad, están afectando cada vez más al medioambiente, y en este sentido, los humedales están entre los más sensibles.

Amelia Herrero - Arte In Situ

La lista de problemas es importante y creciente: invasiones biológicas de plantas y animales que desplazan a la flora y la fauna nativa; cambios en los ciclos de inundación y sequÍa, ya sea por construcción de represas en la cuenca alta como por endicamientos y polderizaciones locales; creciente urbanización; intensificación de las prácticas pesqueras con sobreextracción; incremento de la carga de ganado vacuno y agriculturización del complejo fluvio/litoral.

A esto se suman los controles débiles, la toma de decisiones con ignorancia de la realidad local y la ausencia de actores locales que sean escuchados. En este sentido, si bien se crearon nuevas áreas protegidas; actualmente hay tres parques nacionales, once provinciales, doce municipales y ocho mixtos, no poseen un adecuado grado de control y regulación. La protección de por sí no solucionará los problemas ambientales, se necesita educación y acción hacia una cultura menos consumista.

Es necesario generar diálogo y acuerdos entre partes para establecer lineamientos claros que ayuden a encontrar el justo medio entre el desarrollo de la sociedad y las mejores condiciones del ambiente.

*Doctor en Botánica (UNT), Investigador de Conicet y Profesor de la Cátedra de Dasonomía de la Facultad de Ciencias Agropecuarias-UNER.

**Es uno de los académicos internacionalmente reconocido en el estudio de humedales. Excelente académico y comunicador, es referencia obligada para los científicos que trabajan en la temática. Entre sus aportes más valiosos, se encuentra la modelización de los pulsos de inundación y sequía para la explicación de los procesos determinantes de la estructura y funcionamiento de los humedales. Juan José Neiff es tenaz, apasionado y un comprometido defensor de los humedales, orgullosamente entrerriano.