El país que soñamos (I)

Por Andrea Sosa Alfonzo y Clara Chauvín | Fotos: Gustavo Pantano  

Dialogamos con referentes de derechos humanos y sobrevivientes víctimas de la última dictadura militar, Emilce Moler, Atilio Borón y César Román, sobre el 24 de marzo en tiempos de Coronavirus, la memoria como una consigna histórica y la vigencia de un proyecto político de país que imprime en el conjunto social una nueva idiosincrasia sobre la militancia, el rol del Estado y la patria es el Otro. Primera Parte. 

 

 

Este 24 de marzo comenzó la Semana de la Memoria, Verdad y Justicia en un contexto atípico e inusual, el aislamiento social preventivo y obligatorio que dictó el Gobierno nacional para toda la población para detener la circulación del Coronavirus COVID-19 y evitar los contagios.

La medida imposibilitó las actividades, encuentros y movilizaciones que son memoria activa en el pueblo argentino para conmemorar la lucha de los/as desaparecidos/as, sobrevivientes e hijos/as apropiados/as ilegalmente durante la última dictadura cívico-militar. Pero no impidió que esas voces se expresaran desde cada hogar con la consigna que los organismos de Derechos Humanos como Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, H.I.J.O.S y otras, propusieron a través de #pañuelosconmemoria para colmar de pañuelos blancos y frases, los balcones, puertas, ventanas, edificios, hospitales.

Quienes forman parte del acervo vivo de nuestra historia reciente nos proponen un análisis fundamental para recuperar e intervenir en las luchas memoriales, políticas del pasado y el presente, que reivindican hoy más que nunca, el proyecto de país humanista, solidario, con equidad y justicia social de los 30 mil que nos faltan.

Tras 36 años de democracia, la dictadura sigue siendo una herida abierta para la sociedad argentina y cada desaparición es comprendida como el enmascaramiento de una forma de exterminio sistemático y genocida. Pero este largo proceso de luchas y re significaciones profundizan y complejizan en estos tiempos de resguardo físico en pos de un compromiso social y colectivo, el significado de la Patria es el Otro.

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Emilce Moler*, es una de las sobrevivientes de la denominada Noche de los Lápices de 1976, investigadora y docente de la Universidad de Mar del Plata, refiere que es necesario poner en agenda de forma permanente “que la última dictadura militar fue un plan siniestro que amenazó, persiguió y asesinó a jóvenes, que como yo, luchábamos por un proyecto de país distinto al de la época, más humanista y solidario, que no sólo puede quedar grabado ese episodio en el reclamo por el boleto estudiantil. Tenía 17 años y era militante política de la UES (Unión de Estudiantes Secundarios)”.

“La memoria nos permite reivindicar el pasado pero sobre todo lo pienso desde este lugar: siempre trabajé en la Universidad junto a jóvenes valiosos y comprometidos con el pensamiento y el conocimiento crítico universitario para la construcción de estos procesos democráticos que vivimos, para traer al presente el nunca más y la promesa de un sueño que soñamos por aquellos años y es un proyecto de país democratizador, inclusivo, para las mayorías, amplio. Las memorias se construyen entre todos y es reparador que hoy nuestro pueblo, el movimiento popular, haga propia en las calles esta lucha. Creo que este 24 de marzo es distinto, no se marcha pero no se olvida. Claro que venimos de un gobierno que intentó acallarnos durante cuatro años y por eso teníamos muchas ganas de conmemorar, porque sentíamos que otra vez tenemos un Gobierno nacional que volvió a poner en el centro la agenda de los Derechos Humanos, como se hizo en 2003. Pero hoy tenemos por delante un desafío frente a la pandemia y es reflexionar sobre el lugar que tiene el Estado, la centralidad que tiene para nuestras sociedades un Estado presente, que está dando una batalla que también nos exige la solidaridad, pensar en los otros, abandonar el individualismo. Este un buen momento para construir una sociedad más justa”.

 

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Según el politólogo y sociólogo Atilio Borón** “Hoy la consigna Memoria, Verdad y Justicia es una cláusula fundamental del consenso social construido por largas décadas de lucha. Hace 44 años se desplegaba sobre nuestro país un plan sistemático de exterminio de quienes soñaban con construir un mundo mejor. El hecho de que hoy no se puedan hacer las marchas no implica que la población y la militancia no estén dispuesta a manifestarse. Estamos atravesando una pandemia que requiere algo imprescindible, que nos mantengamos en las casas para evitar el contagio. Sin embargo, a partir de diversas formas que nos permite Internet podemos dar a conocer nuestro repudio al Golpe, denunciar su carácter genocida, el flagelo que le propinó a la sociedad argentina y que nunca más tengamos que volver a enfrentar una situación como esa”.

 

El contexto del aislamiento preventivo sobre el denominado Coronavirus que atraviesa esta Semana de la Memoria, pone en diálogo la precaución, la solidaridad y la oportunidad de una reflexión profunda sobre el modelo social vigente.

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Así lo señala el ex detenido en dictadura y querellante en la causa Mazzaferri, Cesar Román*** cuando anuncia que este 24 de marzo será recordado con singularidad. “Nos tomó desprevenidos, pero hoy por suerte existen una gran cantidad de medios importantes que nos permiten comunicarnos. Algunas organizaciones han propuesto hacer pañuelazos por redes sociales. Y es que los 24 de marzo siempre tienen un tono de protesta y de afirmación del Nunca Más”. En materia de avances en el posicionamiento de la agenda de derechos humanos Román expresó que “los cuatro años de gobierno de Mauricio Macri fueron un retroceso muy grande en materia de juicios de lesa humanidad, aunque pudo desarrollarse en Entre Ríos el juicio a José Darío Mazzaferri (ex comisario mayor de la Policía Federal Argentina) donde fuimos querellantes. Desde ya que los juicios no son el único núcleo de derechos humanos, la expectativa es que una vez que logremos salir de esta situación de crisis, volver a poner en perspectiva y en práctica lo que fue el programa de Memoria, Verdad y Justicia que quedó ralentizado por el macrismo”.

“Por otra parte este contexto exige guardar prudencia. Algunos medios de comunicación masivos infunden miedo y, si lo relacionamos con la dictadura, no es un buen consejero. En cambio, éste es un buen momento para hacer una reflexión quizás más profunda sobre qué vida queremos llevar adelante, cuál es el modo de vida, nos propone estar atentos a este capitalismo mundializado globalizado, que  si bien tiene algunos elementos positivos como lo es el desarrollo de la ciencia y la tecnología, contradictoriamente, genera este tipo de cuestiones respecto a la vida social”.

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En cuanto al pedido de algunos sectores de mayor control social desde las fuerzas de seguridad por el Coronavirus, Román menciona que “ahí podemos ver una mayor relación en la genealogía con la dictadura, pero hay otros sectores que plantean la solidaridad y la empatía. Creo que es una sociedad compleja, con distinta estratificaciones. En mi opinión, las personas que piden más control son aquellas que han tenido grandes dificultades para hacer una lectura histórica respecto a dónde nos llevó el exceso de control, en los procesos de Estado de excepción. Debemos recordar que desde 1955 hasta el regreso de la democracia en 1983 estuvimos en Estado de sitio permanente.

Estamos sujetos a una pandemia y los especialistas que asesoran al presidente de la Nación han recomendado la suspensión de las clases y que la gente no circule, pero es cierto que eso permite que se manifiesten una suerte de capas culturales que expresan miedos y fobias que vienen desde hace mucho tiempo en la Argentina y que se interrelacionan con estos miedos nuevos. Esto es peligroso, porque puede generar la construcción de la otredad como una fobia, la intolerancia, la xenofobia”.

 

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*Emilce Moler es docente, investigadora de CONICET y recientemente jubilada en la Universidad de Mar del Plata (UNMDP). Fue militante de la Unión de Estudiantes Secundarios (UES). Fue secuestrada el 16 de septiembre de 1976 en La Plata, en la llamada “Noche de los Lápices”, y detenida-desaparecida una semana en el Centro Clandestino de Detención (CCD) «Pozo de Arana». El 20 de abril de 1978 fue liberada en un régimen de libertad vigilada, en Mar del Plata, que duró hasta julio de 1979.

**Atilio Borón es Politólogo y Sociólogo, ex Investigador Superior del CONICET, ex Vice Rector de la Universidad de Buenos Aires, dirige el Programa de Complementación Curricular de Historia Latinoamericana de la UNDAV y es Director del Programa Latinoamericano de Educación a Distancia del Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini.

***César Román es de Concepción del Uruguay. En junio de 1976 un grupo de jóvenes militantes, entre los que se encontraba Román, fueron secuestrados, detenidos y torturados por la Policía Federal Argentina de Concepción del Uruguay, por hacer y repartir panfletos contra la dictadura militar.  Por esto, fue uno de los querellantes en el juicio contra el ex comisario mayor de la Policía Federal Argentina, José Darío Mazzaferri. Actualmente reside en Mar del Plata y es profesor de Historia en la UNMDP.

 

One thought on “El país que soñamos (I)”

  1. Andrea y Clara, impecable publicación!! Muchas gracias por traernos este abrazo de pura conciencia social en esta cuarentena

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