La comunidad afrodescendiente sufre el racismo producto de la invisibilización histórica. Sentidos, lenguajes y corporalidades se anclan actualmente en el proceso reivindicativo hacia una sociedad de iguales.
Por Matías Máximo* | Fotos: Magdalena Masseroni y Anita Pouchard
El negro de mierda, que trabaja en negro, en un ambiente laboral negrísimo. Y la enumeración sigue: está la que labura como negra, las listas negras y los días negros para la humanidad. ¿Por qué está naturalizado el uso de un color como sinónimo de lo esclavo, de lo ilegal, de lo excluido? Esta marca en el lenguaje pasa al acto de persecución ya no como un fenómeno aislado, sino como una constante donde la discriminación, las detenciones arbitrarias y el maltrato judicial, son cotidianas.
A fines de junio de este año se presentó en la legislatura de la Ciudad de Buenos Aires la “Guía de Recursos para Afrodescendientes”, que informa en varios idiomas mecanismos para hacer valer cuestiones tan básicas como pedir la lectura de derechos antes del secuestro de mercadería de la venta ambulante. ¿Qué significa ser negro o negra en la Argentina y reclamar? ¿Todas las voces se escuchan igual?
“Los integrantes de la comunidad senegalesa y particularmente los vendedores ambulantes reciben un permanente hostigamiento policial. Las irregularidades en los operativos de detención empezaron con averiguaciones de antecedentes donde se quitaban los pasaportes, razón por la que hicimos varios juicios hasta que logramos demostrar que la cédula precaria de identificación servía como documento de identidad”, explicó Carlos Álvarez Nazareno, quien forma parte de la Agrupación Xangó, activistas afro por la inclusión y la justicia social. “A esto se suman los robos del material secuestrado, ya que cuando íbamos a reclamar decían que no había nada. Lo primero que surgió fue una campaña interna diciendo ‘si a vos te detienen, te tienen que hacer un acta donde conste cada cosa que te sacan’. Ahora siguen produciéndose muchas irregularidades a diario, hay compañeros que son detenidos por injustas resistencias a la autoridad o porque piden que no se les secuestre la mercadería. Hay una criminalización de la comunidad afro”.
La piel que habito
El pasado 15 de marzo, en la conmemoración del Día Internacional de la Eliminación de la Discriminación Racial, las comunidades afro marcharon por el centro porteño para gritar que basta, que no se puede tolerar que los discriminen como si no importara. Esa mañana “Justicia por Massar Ba” fue la consigna urgente. Massar llegó a ser director de la Casa de África y era uno de los principales referentes de la comunidad afro en Argentina. La madrugada del 7 de marzo, una ambulancia lo llevó a la guardia del Hospital Ramos Mejía con tantos golpes que no resistió. Y en las primeras 72 horas después de su muerte, momento clave para encontrar responsables, no se consiguió ningún dato que aportara al esclarecimiento del hecho. Como Massar era un incansable defensor de los trabajadores ambulantes, la investigación no descarta que la golpiza fatal tenga una conexión con la violencia institucional, aunque se trata de una hipótesis dentro de otras, ya que lo cierto es que no hay avances en la causa ni tampoco ningún detenido.
Una coincidencia poco feliz conecta la muerte de Massar con otra que ocurrió veinte años atrás: en la misma guardia del Hospital y también golpeado, fallecía José Delfín Acosta Martínez, llamado desde entonces el “mártir negro del Río de la Plata”. Las personas que lo vieron unas horas antes de su muerte, dicen que José Delfín fue golpeado y encerrado por ayudar a unos jóvenes negros, a los que la policía estaba interrogando con maltratos a la salida de un boliche. De la comisaría lo llevaron al hospital, donde no sobrevivió, y su causa está hoy en la Comisión Internacional de Derechos Humanos
Una guía para prevenir la violencia
“La guía que presentamos sobre el resguardo y la protección de los derechos, orienta ante un momento de detención o de averiguación de antecedentes sobre cuáles son las obligaciones y qué se puede hacer para exigirlas. Esta guía está en francés y en wolof, para llegar a la población senegalesa o africana que no habla cien por ciento español. Por otro lado, hemos elaborado y presentado –con el apoyo de la Asociación de Residentes Senegaleses, la Comisión de Derechos Humanos, la PROCUVIN (Procuraduría de Violencia Institucional) y los centros Atajo (Agencia Territorial de Acceso a la Justicia)– una credencial para que tengan las personas senegalesas o vendedores ambulantes. La credencial busca mostrar que no están solos, que hay muchos peleando por sus derechos. Y aunque la iniciativa empieza en Buenos Aires, está pensada para replicarse en el resto del país”, dijo Álvarez Nazareno.
América presenta desde la época colonial una raíz tripartita, en la que se cuentan las migraciones europeas, originarias y afros. En el censo que se hizo en 1778, primero en las tierras que conformarían posteriormente Argentina, se contaron 92 mil afrodescendientes -entre negros y pardos-, sobre un total de 200 mil habitantes: es decir, el 46% de la población. Según el investigador africanista Omer Freixa, “aunque los afrodescendientes son una presencia bien visible en naciones como Brasil, Colombia y Cuba; se los eliminó del registro de la memoria histórica en países como Argentina, Costa Rica y México. Esto se denomina un “genocidio discursivo”: borrar personajes y situaciones para visibilizar a otros”. La reivindicación de un lenguaje inclusivo y que no criminalice existencias es una lucha diaria que trasciende los estudios lingüísticos. La deconstrucción del lenguaje puede ser una llave para que esa palabra que se usa para denigrar –y que duele- se resignifique.
*Especialista en periodismo cultural por la Universidad Nacional de La Plata.