La necesidad feroz de la palabra

Por Hugo Luna* | Intervención: Andrea Sosa Alfonzo

Lugones, Borges, Octavio Paz, Storni, Duras, L.Ortiz, hombres y mujeres sin rostro, qué es ser escritor/a, cuál es la tarea del escritor/a. La obra literaria y poética de quienes escriben permea nuestras vidas y las nuestras, junto con las soledades, forman parte de esas páginas. Sus biografías suelen estar cosidas con un largo y fino hilo dramáticamente sombrío que se corta cada tanto para dejar pasar rayos de luz: la obra. 

 

El 13 de junio se conmemora el Día del Escritor ya que la fecha celebra el nacimiento de Leopoldo Lugones, fundador de la Sociedad Argentina de Escritores. Lugones, también fue político, educador, filólogo, bibliotecario y dueño de una vida vertiginosa que terminó en suicidio.

Jorge Luis Borges fue acaso el primero que lo definió como un gran escritor y al decir de Octavio Paz, con él se inicia la segunda revolución modernista.

Tal vez no sea menor recordar que por su situación económica -su familia había perdido una estancia y con ello cierto lugar social- tuvo que trabajar y su formación fue autodidacta.

Tal vez tampoco sea mal momento para repensar qué es un escritor, aunque en verdad, nunca es mal momento, porque si pensamos o recordamos una fecha es también para revisar, revalorar, «volver a pasar» por su significado. Pero tal vez, decía, este momento de paréntesis en el tiempo, de encierro, de vuelta forzada al útero-casa nos sirva para poner en valor aquellas cuestiones que el apuro capitalista suele dejar en segundo plano.

Escritor es el que escribe. Alguien dijo no hay certezas sobre cuando tras detener la escritura, ésa necesidad regrese. Es decir, vuelva a ser escritor poniendo de esa forma el título de escritor en tela de juicio.

Un escritor trabaja con la palabra y Aristóteles entendía a la «palabra» como «símbolo lingüístico». Una palabra es una metáfora, de manera que requerirá de mucho trabajo decir lo que se quiere decir: la tarea del escritor.

Las historias o biografías de los escritores y escritoras, en general, no destilan alegría. Y podríamos decir que esto ocurre, casi, con los artistas de forma universal, más allá o más acá de la disciplina que aborden. La historia de los y las artistas, suele estar cosida con un largo y fino hilo dramáticamente sombrío. Un hilo que se corta cada tanto para dejar pasar rayos de luz: la obra.

La fecha que estamos recordando justamente está dada por la vida de un artista, un poeta, un escritor, que frente a la página en blanco eligió el otro abismo.

Loreley El Jaber nos dice que «ser un/a escritor/a es ser un artesano/a de la palabra, de la letra. Hay que conocer el material para moldearlo, trabajarlo, dejarlo descansar y volver a él. Tiene de la artesanía el trabajo minucioso y atento al detalle, a la minucia y también al conjunto, todo ello en función del sentido, de la forma, de la música que busca la mano, que pide el aire, que sugiere el tema. »

Aquí El Jaber agrega algo central y necesario para el artista en todas sus disciplinas: el trabajo.

«(…) Y me parece seguro que la mayor parte de los escritores se siente orgulloso porque algo de su obra exija el trabajo para el cual se considera constitucionalmente apto. Pues el artista -todo tipo de artista y, estoy segura, no sólo el artista sino toda persona dedicada a una actividad creativa- siente tanto amor por el proceso de realización como por la cosa hecha», nos recuerda Denise Levertov en su trabajo e inspiración: Invitación a la Musa.

También Marguerite Duras en Oustside, habla a través de su entrevistado sobre el oficio de la escritura: «(…) escribir es una necesidad feroz, trágica en los escritores y más, con frecuencia, en los malos que en los buenos. Es un empeño que exige a veces un esfuerzo moral extraordinario. El autor, para realizar la novela, se alimenta no sólo de su ocio sino de su oficio. Está siempre solo, sobre todo en provincias donde escribe para salir de la asfixia. Inútil decir que el rechazo es siempre algo horrible, a veces trágico. Rechazar un manuscrito, sobre todo un primer manuscrito, es rechazar un hombre entero, recusarlo».

En esta desordenada revisión de ser escritor/a, en este intento no acabado de recordarles aquí y ahora, rememoramos a Platón: «(…) sabes que la palabra poesía tiene numerosas excepciones, y expresa en general la causa que hace que una cosa, sea la que quiera, pase del no-ser al ser, de suerte que todas las obras de todas las artes son poesía, y que todos los artistas y todos los obreros son poetas».

 


*Mi nombre es Hugo Alberto Luna. Escribo y milito en poesía desde inicio de los ochenta.

Algunos de mis libros: No Nada Nunca (junto a Alejo Carbonell, 1994); En la nieve (2006); Solo claridad (2010); El apetito de la belleza (2015); Antes del pájaro después del pájaro (2016); Reflexiones de un cisne (Ediciones Al filo, Bs. As. 2017), Dos poemas (Ediciones Arroyo, 2018)

Me gusta mirar el río, cocinar y no hacer nada.

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