Por Andrea Sosa Alfonzo* y Clara Chauvín** para la Serie Juntas | Fotos: Archivo personal Estela de Carlotto | Ilustración: Emiliano Pereyra
Fue maestra y directora de escuela primaria hasta el ‘78 cuando se jubiló. En abril de ese año comenzó a participar de la Asociación Abuelas de Plaza de Mayo para buscar a su nieto desaparecido y exigir la aparición con vida de los/as niños/as secuestrados y apropiados por las fuerzas militares. En agosto de 1977, sufrió el secuestro y tortura de su marido Guido Carlotto a manos de las fuerzas armadas. En noviembre de ese mismo año, la dictadura secuestró a su hija Laura, embarazada de tres meses, quien fue devuelta sin vida a finales del `78. Desde entonces, se ha convertido en una de las referentes más importantes en la lucha y la defensa de los Derechos Humanos tanto en Argentina como en el mundo. Conversamos con ella sobre su historia; su participación en Abuelas y las transformaciones a lo largo de los años; su visión del contexto actual, la juventud y el resurgir de discursos negacionistas a cuarenta años de la recomposición democrática.
Estela Barnes de Carlotto nació en Buenos Aires el 22 de octubre de 1930. Fue maestra y directora de escuela. En abril de 1978 comenzó a participar en Abuelas de Plaza de Mayo, asociación que preside desde el ‘89 hasta la actualidad. Por su compromiso en la defensa de los derechos humanos ha recibido distintos reconocimientos como el Premio de Derechos Humanos de las Naciones Unidas y el premio Félix Houphouët-Boigny, de la Unesco. Gracias a su incansable búsqueda en 2014 pudo recuperar a su nieto Ignacio Montoya Carlotto, nacido el 26 de junio de 1978 en cautiverio.
-Queríamos comenzar recuperando cómo fue tu historia y la historia de tu familia.
-Era directora de una escuela primaria. Pensaba que mis hijos iban a disfrutar. Se casaron las dos muy jovencitas, a los 18 años. Tanto Laura como Claudia, mi segunda hija. Los dos varones estaban con nosotros, estudiando y yo haciendo mis funciones en la escuela. Felizmente el sentimiento de maestra lo tengo todavía, porque yo creo que la escuela es lo más importante para formar a nuestros niños y nuestros jóvenes. Mi marido tenía su fábrica de pinturas. Éramos una familia común, con proyecto de descansos el día de mañana, cuando fuéramos más viejitos. Todo eso natural que se hace en un hogar común. Lógicamente ya habíamos vivido con eternos y permanentes Golpes de Estado por parte de las Fuerzas Armadas de seguridad y civiles, cómplices. Recuerdo que mi papá no trabajaba, un día no iba a la escuela y al día siguiente todo como si nada para nosotros, pero para el país era la ruptura de la democracia. Esta dictadura cívico militar que emprendió sus asesinatos, secuestros, sus centros clandestinos de detención, todo lo que sabemos, se ha comprobado y han estado siendo juzgados hasta el día de hoy. Era una etapa de crímenes absurdos, pero tremendos para todo aquel que molestara a los designios que ellos tenían para el país. Y entonces empezó la persecución y la muerte. Centros clandestinos en todo el país que simulaban ser una estancia pero en realidad era un lugar de tortura y muerte. Y ahí las jóvenes embarazadas tenían a sus hijos. Y esos hijitos fueron robados, y todavía siguen sin tener su identidad. Quién sabe dónde están. Posteriormente, la joven era asesinada.
Lógicamente esto lo puedo contar porque mi carrera docente se interrumpió. Me jubilé y me dediqué primero a buscar a mi marido. Primero fue secuestrado él, volvió con su salud totalmente quebrada, y murió demasiado pronto porque era diabético. Esas cosas en un lugar de secuestro te enferman o te matan, aunque uno sea sano. Lo busqué, pagué dinero, tuve gente mala y gente buena a mi alrededor. Recuerdo, y es tremendo lo que pasó en nuestro país. Los abogados nos estafaban, la Justicia nos decía: “No se encuentra detenido, se desconoce su paradero”. Eso era lo que salía en los Habeas Corpus que hacíamos.
Digo hacíamos, porque empezamos a juntarnos quienes teníamos las mismas búsquedas y ahí nace la Asociación Abuelas de Plaza de Mayo. Yo entré un poquito después, cuando ya había un grupito de madres-abuelas acá en La Plata donde vivo. Me dijo mi consuegra, Nelba Falcone, la mamá de María Laura Falcone, que fue asesinada con los famosos casos de los estudiantes: “Estela no estés sola, hay otras personas como vos, juntate vos también con ellas, así unidas van a estar bien”. Efectivamente así fue. Fui muy bien recibida, ellas estaban recién empezando a elaborar estrategias. Correr riesgo no importaba, si nos mataban tampoco. No es que no tuviéramos miedo, sino que teníamos que tratar de que no nos hicieran nada, que no se enteraran de lo que hacíamos y tratar de encontrar a los niños. Algunos ya tenían unos años y otros estaban naciendo. Yo tenía a mi nieto, el hijo de Laura, porque cuando la secuestraron estaba esperando un bebé. Una compañera liberada me contó que estaba bien, que estaba embarazada y que el bebé iba a nacer en tal época del año, aproximadamente.
-¿Y cómo fueron esos primeros años de organización?
-Bueno, esta lucha fue primero muy tonta, porque no sabíamos cómo, íbamos a la salida de las escuelas a mirar a los chiquitos que tenían la edad de los que buscábamos, veíamos uno medio triste y decíamos: “Será o no será”. Buscábamos parecidos. Todo para ver cómo podíamos alcanzar el encuentro y pelearla frente a una Justicia como esa que existía en la dictadura.
Pero lo hicimos y nos reunimos simulando un cumpleaños en una confitería y ahí articulamos palabras, alguna nota. Empezamos a viajar por el exterior, sobre todo a Francia, España, los países escandinavos, nos conocieron en las Naciones Unidas y en la Cruz Roja internacional. Es decir, viajábamos durante dos meses dejando todo en nuestras casas a cargo de los maridos, por eso yo digo que los hombres son los héroes anónimos. Una vez le dije a mi marido: “Me parece que no voy más”, y él me respondió: “No, tené que seguir porque las abuelas te necesitan”. Qué generoso y qué certero estuvo, porque hasta hoy estoy. Tengo 93 años y estamos en la institución, con los nietos formando parte de la comisión directiva, porque ya no hay abuelas, muchas se han muerto o están muy enfermitas. Hace unos días celebramos nuestra fecha y éramos tres, cuatro abuelas nada más las que pudieron venir y en sillas de rueda, algunas. Pero la lucha está y va a seguir con los herederos que son nuestros nietos encontrados.
-Y comenzaron a llegar los nietos y nietas…..
-Encontramos a mi nieto hace ocho años atrás, después de 36 años de búsqueda. De búsqueda a otros que eran como míos también. Yo los quería, los buscaba y de pensar que una abuela recuperaba ese amor y esa criatura, o ese adolescente, o ese adulto ahora, era una alegría de todas, no solo de la abuela. Entonces seguimos trabajando, ahora con más experiencia. Tenemos una institución, varias casas donde funcionamos, los psicólogos en una, el archivo biográfico familiar en otra –que es el material que le entregamos al nieto cuando lo encontramos– reúne todo lo que se pudo rescatar de la historia de sus padres y de su familia, porque ya los padres no están, están desaparecidos y la familia, los abuelitos, algunos no están tampoco, y los que están, bienvenidos. Pero el archivo biográfico familiar fue una gran idea para que se contacten, y sepan de dónde vienen, quiénes son y por qué los nietos recuperados son cómo son. Y hemos encontrado ya 135 nietos/as, y estamos agregando también aquellos datos que los antropólogos forenses nos dan cuando encuentran los restos de una joven embarazada con el feto, porque la mataron antes de que nazca el bebé. Y esos casos también, son casos ya resueltos. Así que seguimos. Nosotras caminamos más lento, haciendo todo lo que podemos, porque 93 años es mucho y otra abuela, tiene 104 y está muy enfermita. Pero la garantía es que en el país y en el mundo, se sabe lo que hacemos y nos ayudan. Y que nuestros nietos, están en algún lugar esperando que los encontremos.
-Tras 46 años de la fundación de Abuelas y el trabajo que han realizado, ¿hay algo que haya cambiado sobre los desafíos que se propusieron en sus comienzos?
-Si, por supuesto. El paso de los años cambió muchísimo nuestras estrategias, y nuestra forma de trabajar. Ya en democracia se abrió, por supuesto, todo un panorama de respeto y actividad, sobre todo por parte de la Justicia. Algunos jueces y algunos miembros de la Justicia, no han colaborado en absoluto y están todavía encolumnados en Comodoro Py, que está, realmente, desprestigiado como lugar porque no ayudan, no nos convocan, y demoran. Todas esas cosas, ya no es tiempo de hacerlas, hay que apurarse, hay que ver si hay una posibilidad de encuentro, detectar rápido si está la familia que los está esperando –a los nietos–.
Así que a pesar del dolor, es una alegría muy grande poder hacer esto, poder estar presentes, y representar no solamente en Argentina, sino en el mundo entero, sobre todo en América Latina. Porque en América Latina, ocurrió lo mismo pero hubo una quietud por parte de los familiares, y muchos temores. En muchos casos, eran personas aborígenes, muy humildes y con miedo. Y cada vez que íbamos y los veíamos, les dábamos ánimo para que salgan. Decíamos: “Que les tengan miedo a ustedes, que el gobierno se involucre porque es su obligación; ustedes obliguen con la presencia, con la demanda; no lloren, lloren en casa, afuera que les tengan respeto. No decimos miedo en el sentido de que vaya a pasar algo, porque son gente buena, pero que no les tengan lástima; que les tengan respeto y que le den respuestas”.
Hace poco viajé por países de Latinoamérica, y estoy quedando un poquito más reprimida por mi edad, por mis dolencias y por mi familia. Me dicen: “Basta, serenate, así vas a durar más”. Pero bueno, se hace lo que se puede y felizmente están nuestros nietos colaborando.
-En el último tiempo, se han propagado muchísimo los discursos negacionistas en especial a través de medios de comunicación y en Redes Sociales ¿Por qué es importante que la sociedad se involucre y desde el Estado se pueda atender este tema?
-Estamos viendo una ley contra el negacionismo. Se está trabajando para que sea castigado como un delito cuando se quiere disimular o desmentir lo que decimos, lo que estamos buscando. Lamentablemente, tenemos a una persona que mientras pretende ser el próximo presidente, habla de que no existen treinta mil desaparecidos, o pide los nombres. Es una cosa tan infame, tan brutal, tan desatinada, que yo pienso, “ojalá se tenga en cuenta quién es quién”. ¿Cómo pueden decir que nos olvidemos?. El negacionismo es tremendo cuando señala “no es cierto, no existen, no están, cuántos son”. El otro día, uno de ellos, el que no debe ser presidente, dice: “¿Me podes dar los nombres de los treinta mil?”. ¿Qué amenaza es esa? Porque quizás, son más. Yo recuerdo pero no encuentro qué militar me lo dijo, que eran más de treinta mil, que eran quince mil más. Porque diezmaron el país y hay padres que se enojaron con los hijos y no los buscaron. O sea que no están ni nombrados. O hubo toda una situación familiar tremenda. Entonces esas personas están desaparecidas pero nadie las busca.
-Muchas veces se habló de que en época de dictadura hubo mucho silencio social, mirar para otro lado. ¿Qué pasaba en esa época por ejemplo en tu entorno laboral, en el barrio donde vivías?
-Yo me jubilé de docente y dejé todo para buscar. Seguí siendo maestra porque no puedo dejar mi espíritu de maestra cuando estoy hablando, o cuando estoy con los compañeros o las compañeras. Pero dejé completamente todo. Cuando nos entregaron el cuerpo de Laura, el día que la asesinaron, todavía no me había jubilado y en el velatorio había maestras que se quedaron paralizadas -me decían-: “Vos nunca lo dijiste en la escuela, ¿cómo podías venir y sonreír y hacer festivales?”. Y lo hice porque el maestro/a tiene que ser eso. Sus problemas quedan fuera de la escuela, adentro está el niño/a, el niño es sagrado, él no tiene por qué si la maestra está de mal humor, sufrir el mal humor de la maestra. A la escuela se tiene que entrar sonriendo y queriendo a esos niños. Ése es mi concepto. Entonces hay tanto para contar.
-¿Cuál sería tu mensaje para para las juventudes que en este momento electoral, han acompañado a candidatos como Javier Milei con propuestas que significan un gran retroceso para nuestro sistema democrático?
-Mirá la juventud es revolucionaria, son bohemios, son chicos que están aprendiendo a vivir. Y por eso este hombre los engatusó con sus mentiras, con sus formas, y sus tonterías. Porque realmente andar con una especie de arma, haciendo que tira balas en las reuniones en las calles…Estos chicos jóvenes se embelesaron y pensaron, “Ay qué suerte, se puede hacer lo que uno quiere, entonces esto sí, aquello sí”. Y los padres no sé si pensaran lo mismo o no pueden dominarlos. Porque también los chicos hoy en día son muy interesantes e inteligentes, y están muy informados, pero la usan con la edad que tienen. Entonces lo que hay que hacer es hablar con esos chicos. La juventud y los partidos políticos están hablando con los jóvenes para decirles: “No se engañen, lean esto, esto y esto, no solo una palabra, sino todo lo que dice” para que esa admiración se caiga. Es imposible de pensar que una persona diga que va a cerrar bancos, que la moneda va a ser otra. ¿Qué pretende hacer, un país nuevo, distinto, diferente, pero a la manera del gusto de él? Está bastante desquiciada su mente.
Lo que siempre tenemos que hacer, es votar. Yo les digo a los jóvenes que voten. No vayan a votar en blanco, voten y háganse valientes, eligiendo a quien más les gusta. En todo el país les digo lo mismo. Votar es una obligación, no solamente de la Constitución y de las leyes, sino también moral. Porque es elegir a quién queremos que nos gobierne. Después no nos quejemos. Entonces yo les digo que voten, los que son muy mayores y los que viven lejos, vayan a dónde tienen que ir. No dejen boletas en blanco, eso no sirve para nada. Eso es una cobardía, ¿qué tienen el cerebro en blanco?, ¿no tenés a nadie en quien creer? Entonces, es incitar a que lo hagan de la mejor manera. La Argentina volverá a ser la que soñaron nuestros hijos, los treinta mil desaparecidos.
Idea, Producción y Conducción: Andrea Sosa Alfonzo y Clara Chauvín
*Andrea Sosa Alfonzo es comunicadora y periodista. Se especializa en comunicación digital. Es Directora Periodística de Revista RIBERAS. Ha publicado artículos en diversos medios de comunicación. También hace columnas para radio desde 2014, desde el enfoque de género y feminismos.
**Clara Chauvín es periodista y productora de contenidos en Canal UNER y en Riberas. Desde el año 2009 viene trabajando en diferentes medios gráficos, radiales y televisivos, especializándose en género y feminismo. En 2019 publicó el libro «Hermanadas: Postales de lucha» (Editorial El Miércoles).
Edición de textos: Mauro Milesi
Ilustración de portada de episodio podcast: Emiliano Pereyra
Interpretación música Los Dinosaurios Charly García para artística de Tercera Temporada: Grisel Policastro