Por Cora Ruiz Tena* | Fotos: Lucía Prieto
Las nuevas formas legitimadas con las que se manifiestan las violencias contra las mujeres asientan sus bases en mecanismos disciplinadores fuertemente arraigados en nuestra sociedad en las últimas décadas. Por eso cada agresión es un amedrentamiento que se imprime de forma colectiva
El intento de feminicidio de Cristina Fernández, el pasado 1 de septiembre, merece un análisis específico. CFK fue dos veces Presidenta de la Nación Argentina y en la actualidad ocupa el rol de Vicepresidencia, por ende, ostentó en estas funciones el poder ejecutivo dentro del Estado. Así, Cristina Fernández ha ocupado los cargos electos más altos posibles del país; y además, es la dirigente política con más visibilidad y popularidad de Argentina. En el Día Nacional de los Derechos Políticos de la Mujer en Argentina, urge reflexionar sobre cuáles son, en el presente, los límites que se les impone a las mujeres que ejercen un liderazgo político.
¿Qué significa atentar violentamente contra su figura? Independientemente de las causas judiciales que la envuelven, así como el clima de polarización política y social del país, el intento de asesinato de la Vicepresidenta se considera un intento de feminicidio y en este sentido, podemos esbozar su análisis como un hecho de violencia política por razón de género.
Feminicidio es un concepto que fue acuñado por la antropóloga y feminista mexicana Marcela Lagarde (2006), en el marco de los asesinatos misóginos de mujeres en Ciudad Juárez-México. La autora lo adoptó de la traducción del término femicide de la antropóloga norteamericana, Diana Russell, apuntando a ir más allá y enfatizar la muerte de las mujeres por el hecho de ser mujeres, en tanto su condición de género femenino. Así como la responsabilidad del Estado al favorecer la impunidad ante estas muertes, entendido como delito de lesa humanidad y, por ende, como Crímenes de Estado (Lagarde, 2009). En cambio, en el asesinato (homicidio) no existen las razones de género.
Es más, Rita Segato (2006) da cuenta de la dimensión política de todos los asesinatos de mujeres que resultan del control de sus cuerpos y de la capacidad punitiva sobre las mujeres. Estas prácticas están institucionalizadas -sin excepción- representadas en el concepto de patriarcado. Segato da cuenta que a pesar que nunca hubo tantas leyes, más clases de derechos humanos para los cuerpos de seguridad, y más literatura circulando sobre derechos de las mujeres; así como más premios y reconocimientos por acciones en este campo. Aun así, las mujeres sufren violencias y sus cuerpos son controlados o médicamente intervenidos. Segato (2016) considera que estas formas de violencias tienen el objetivo de perpetrar terror y da cuenta de una pedagogía de la crueldad para amedrentar a las mujeres que están ocupando cargos de poder político.
Las violencias políticas por razón de género se ejercen contra las mujeres que tienen un interés político en participar en una organización partidaria con miras a ocupar un cargo de elección popular. Así como hacia las mujeres que están ejerciendo un liderazgo político. Se tratan de obstáculos que difícilmente se identifican y se nombran como tal.
Numerosas investigaciones indican que las violencias políticas se erigen como gigantescos obstáculos para la participación política de las mujeres (Krook y Restrepo, 2016; Albaine, 2015; Htun, 2014; Freidenberg, 2017; Freidenberg, 2019). En este sentido, constituyen un desaliento, temor o amedrentamiento para quienes ocupan cargos políticos y públicos. Y como fin último, se convierten en impedimentos para el ejercicio de su cargo; en muchos de los casos, terminan con la expulsión de las mujeres de sus carreras políticas y públicas.
En este punto, es importante dar cuenta que Cristina Fernández protagonizó una década insólita en la región con cuatro mujeres como presidentas -en simultáneo- que tuvieron que romper techos de vidrio en América Latina y el Caribe. Coincidieron en el tiempo, los gobiernos de Mireya Moscoso en Panamá (1999-2004), Cristina Fernández en Argentina (2007-2015), Laura Chinchilla en Costa Rica (2010-2014), Dilma Rousseff en Brasil (2011-2016) y Chile (Michelle Bachelet 2006-2010 y 2014-2018). En este contexto, ONU Mujeres alertaba de la extrema violencia política que se ejercía sobre estas mujeres que ocuparon cargos públicos y lideraban países.
Las amenazas contra la figura de Cristina Fernández fueron y son reiteradas, incluso los intentos de agresiones físicas: para ejemplificar, en marzo de 2022 el despacho de la Vicepresidenta en el Senado fue atacado a piedrazos durante varios minutos mientras ella se encontraba dentro. En el mismo sentido, las violencias políticas en los medios por razón de género contra su figura fueron y siguen siendo cotidianas. Se repiten situaciones de violencias en los medios hasta el hartazgo, situarla como una víctima, y revictimizarla una y otra vez.
El rostro del gatillo
Para dar cuenta que estas violencias no son hechos aislados, basta con repasar algunas tapas de La revista Noticias. En julio de 2019, el fotomontaje de la Presidenta con un ojo morado junto al título “El negocio de pegarle a Cristina”, destacando la palabra “pegarle” con una tipografía sensiblemente más grande. De igual gravedad, en diciembre de 2015, la tapa de la misma revista apareció la Presidenta quemada, bajo el título “que Cristina no Vuelva Nunca Más”con una intencionada misoginia y extrema violencia.
En este punto, el gatillo es también una forma de disciplinar a las mujeres para que no hagan política, una amenaza contra su vida. En Brasil, el femicidio de Marielle Franco el 14 de marzo de 2018 en Brasil cruzó fronteras por la extrema gravedad del hecho y por ser un caso que pone en el centro las violencias interseccionales. Es decir, la mataron por su múltiple identidad como mujer, negra, lesbiana, madre soltera, afavelada y luchadora por los derechos personas que viven en la favelas, y especialmente de las mujeres afrobrasileñas. Franco fue una de las concejalas más votadas en Río de Janeiro y luchó contra el narcotráfico, así como contra la militarización como política de Estado.
¿Cuánto del mensaje que se envía con el intento de feminicidio de Cristina Fernández llega al resto de las mujeres políticas o a las que quieran acceder a cargos políticos y públicos? En este hecho, ¿cuánto hay de aleccionador contra las mujeres en la osadía de haberse atrevido a ejercer liderazgo político y ocupar el máximo poder político electo?
Más allá de los aciertos o desaciertos de la gestión política de Cristina Fernández, el amedrentamiento y venganza misógina y machista contra su figura alude al sistema de poder patriarcal que se erige contra todas las mujeres que cometen la “osadía” de disputar el poder político. Por todo ello, se considera un intento de feminicidio político. Tal como advierten las colegas de la Red de Politólogas que estudian la violencia política por razón de género en América Latina, las violencias políticas contra las mujeres son un fenómeno que está sumamente arraigado en la vida pública y se debe abordar con extrema urgencia.
*Cora Ruiz Tena es Consultora y facilitadora en Latinoamérica, especializada en género y juventudes. Politóloga por la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, Máster en Juventud y Sociedad por la Universidad de Girona, Maestría en Administración Pública por la Universidad de Buenos Aires (tesis en elaboración), y Diplomada en políticas y sexualidades por Flacso Argentina. Sus intereses de investigación se focalizan en: participación política, interseccionalidad, feminismos y juventudes.
Referencias Bibliográficas
Albaine, Laura (2015). Obstáculos y desafíos de la paridad de género. Violencia política, sistema electoral e interculturalidad. Íconos:Revista de Ciencias Sociales, núm. 52, pp. 145-162.
Freidenberg, Flavia (2017). La violencia política hacia las mujeres: el problema, los debates y las propuestas para América Latina. En Del Valle Pérez, Gabriela y Freidenberg, Flavia. (Eds.). Cuando hacer política te cuesta la vida. Estrategias contra la violencia política hacia las mujeres en América Latina. México: Instituto de Investigaciones Jurídicas, de la Universidad Nacional Autónoma de México y Tribunal Electoral de la Ciudad de México., México. pp. 3-42
Freidenberg, Flavia (2019). Los costos de la violencia política contra las mujeres. Publicado en Primer Saque, el 8 de marzo. Consultado el 22 de abril de 2019 en https://oraculus.mx/2019/03/08/que-pueden-hacer-los-partidos-frente-a-la-violencia-politica-contra-las-mujeres/
Krook, Mona Lena y Restrepo Sanín, Juliana (2016). Género y violencia política en América Latina: conceptos, debates y soluciones, Política y gobierno, núm. 23 (1), pp. 127-162
Lagarde, M.([1992], 2006). La política del asesinato de las mujeres. Translation of Radford and Russell. Ciudad de México: Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades de la Universidad Nacional Autónoma de México.
Segato, Rita Laura. (2006). Que es un feminicidio. Notas para un debate emergente. Revista Mora Instituto Interdisciplinario de Estudios de Género, 12, 1-12.
Segato, Rita Laura. (2016). La guerra contra las mujeres. Argentina: Traficantes de Sueños.