Por Andrea Sosa Alfonzo* y Clara Chauvín** para la Serie Juntas | Fotos: Archivo personal Flora Alkorta y Aldegani| Ilustración: Martín Bianchi
Dice que este es un mundo difícil donde las mujeres debimos forjar un tipo de personalidad para sobrevivir a una cultura machista, tanto dentro como fuera de los medios de comunicación. Flora Alkorta se considera una persona con suerte pero también con carácter. Es guionista de radio y televisión, y comediante stand up. Asegura que tiene el privilegio de elegir lo que le gusta hacer y que ama escribir. Pero la pandemia puso todo patas para arriba, por eso hoy prioriza pasarla bien antes que nada.
Desde su adolescencia, Flora Alkorta supo que quería ser guionista de humor y con los años transitó tanto la televisión como la radio. Pasó muchos años escribiendo para otres hasta que comenzó a ponerle el cuerpo a sus propias creaciones, tanto arriba de los escenarios para hacer stand up como así también en la radio. Actualmente, forma parte de los programas radiales De Acá en Más, conducido por María O’Donnell, y conduce Ahora 16 en Nacional Rock.
“Yo ya sabía en quinto año del colegio que quería ser guionista. Fue raro porque en general la gran mayoría que conozco, tuvieron otras profesiones o estudiaron otra cosa, y después se lanzaron a escribir. Hablo de mi generación que en los noventas estudiamos terciarios o universidad”.
Para esa época, Flora escuchaba radio y seguía a referentes como la Negra Vernaci, Lalo Mir y Mario Pergolini. En esos programas “tenían guionistas de humor y yo quería escribir. No sabía cómo hacerlo, así que me puse a estudiar periodismo en TEA porque la UBA me parecía medio tedioso. Y finalmente se abrió TEA Imagen para estudiar Guión y Producción de Televisión. Me gustaba más la radio, pero pensé que ahí iba a aprender a escribir guiones. Terminé trabajando en tele toda la vida. No era mi idea original pero ya hace 25 años que estoy en televisión. Era la época en que aparecían las productoras y los canales de cable, entonces había laburo para todos. Estuvo bueno porque hubo una explosión y rápidamente ingresé a los medios. Cuando estaba terminando de estudiar, ya era guionista de dos programas de televisión” Mientras que algunas personas devinieron guionistas casi por casualidad, Flora en cambio dice: “ya sabía desde mi adolescencia que quería escribir”.
Su primer trabajo fue en TyC Sports, canal que Flora considera como “el lugar más machirulo del planeta”, un ambiente de muchísima hostilidad para con las mujeres: “Éramos diez chicas y trescientos varones, ése era el promedio. Por suerte los productores que me tocaron eran lo más, y querían tener una guionista mujer, pero se veía bastante hostilidad en el canal. Encima no me gustaba el fútbol, algo así como un doble problema por ser mujer y que no te guste el fútbol, así que tenía que revalidar mi posición todo el tiempo. Creo que porque me metí de muy pendeja y me llevé el mundo por delante. No me gustan esas minas que dicen ‘a mi nunca me pasó nada’ y ven como débiles a las demás. Soy re feminista y creo que no todas pueden tener esta suerte de tener mucha personalidad y mucho aguante para soportar situaciones que no estan buenas. Pero no quiero ser ese ejemplo de ‘yo me la banqué y otras no’. Es al revés, yo tuve la suerte de bancármela porque soy medio loquita, he revoleado cosas, “me hice como tener un poco de miedo”, tal vez. No es muy sano, quizás, lo que estoy contando pero las injusticias y la misoginia las enfrenté de un igual a igual, poniéndome yo muy violenta y muy sacada. Ahora con la distancia veo que tuve mucha suerte de tener esa personalidad. Siempre sentí esa misoginia y eso de tener que ganarme mi lugar y tener que demostrar que era buena, porque cuando sos mujer tenes que hacerlo toda la vida, entonces para mi era algo natural. Yo he visto a Pettinato tocándole el orto a compañeras, y él era la estrella del canal. Esas situaciones que tenemos naturalizadas y había que hacerle frente todos los días. Tuve que forjar esa personalidad porque sino me comían cruda”.
Flora señala que a diferencia de sus comienzos vé cambios positivos actualmente: “Me encanta lo que está pasando en el mundo actual y que las nuevas generaciones no lo tengan que padecer o que al menos lo puedan visibilizar y las cabezas empiecen a cambiar”.
Pero insiste en que hay algo que funciona casi como una conducta de supervivencia en un mundo masculinizado: “Creo que esa personalidad que tenía la tenés que forjar para sobrevivir. Lo quería remarcar porque, a veces, creo que somos las menos las que podamos salir cagando a bifes a todos. No me gusta ponerme de ejemplo en ese aspecto, sino que es al revés. Algunas somos unas locas más impulsivas y lo que pasa no está bueno, pero no me siento ningún referente de nada. Las minas la pasamos como el orto siempre”.
-En los últimos años con el feminismo en las calles, tenemos más herramientas y nos sentimos más acompañadas ¿Realmente crees que hay un cambio de paradigma cultural?
-Llevo mucho tiempo en los medios y voy tomando otra posición: tengo más trayectoria, soy más grande y tampoco nadie a los cuarenta y pico viene a tocarte el orto. La vulnerabilidad y la fragilidad que tenés a los 20, no lo digo por ser más deseable que una de 40, sino porque sos también más fácil de atacar. Lo que veo desde afuera es que a las pendejas las están respetando más. Está buenísimo que empiece este cambio de ‘ya no se puede hacer esto porque puedo tener problemas’. Hubo que ir por la mano dura, acá nos plantamos y esto va a cambiar. Estoy fascinada con esto, me hubiese encantado tener veinte ahora.
Es cierto que esa televisión noventosa se está terminando, y al menos las nuevas generaciones lo están cambiando. No sólo quienes tienen el temor y dejaron de ser machirulos, sino que también hay una nueva generación de pibitos, los veo en los medios y me encuentro con compañeros que si dicen una frase misoginia, lo frenan. Obviamente es una burbuja esto, creo que si te vas a 100 kilómetros de una ciudad grande, todo está como antes. Estos cambios se reflejan en los medios, todo esto está generando controversia, se está señalando, interpelando. Todo el tiempo hay una situación en donde la gente se empieza a preguntar si está bien lo que dice o lo que hace. A mi me encanta, y sé que muchos se sentirán acorralados -con lo que digo-, pero bienvenidos a la vida de la mujer que siempre fue así: una vida donde todo el tiempo te están juzgando por todo. Creo que hay cambios, están incorporando mujeres para manejar el tema de género en los medios, e incluso tengo amigos que me escriben para decirme que van a publicar un chiste y me preguntan “¿te parece machista?”. Los varones están más pendientes de no meter la pata. Ahora está todo muy convulsionado, pero se va a acomodar. Y para las generaciones que vienen ya lo vamos a ver plantado.
-¿Cómo conjugar esta época de cancelaciones que aparece predominantemente en las Redes Sociales con hacer humor?
-Como una es feminista y hace humor, no me siento en un problema. Me reconozco en chistes machistas del pasado: veo tuits míos de 2013 y me espanto. Creo que todos podemos cambiar, si lees mis tuits viejos, y… me cancelas también. Así que no se si estoy tan de acuerdo con esas cosas, todos éramos machistas y lo estamos modificando. Lo de la cancelación puede llegar a ser algo como con mucha efervescencia, pero después se olvida. Toma mucho estado público pero también se olvida con la misma velocidad, obviamente estoy hablando de discursos o de chistes, no estoy hablando de un tipo que abusó físicamente o se violentó. Me refiero a un boludo que hizo un chiste misógino. Entonces, antes todos éramos así.
La cancelación es parte de los fenómenos que se desbordan, tiene sus costados un poco más violentos o exagerados. A veces digo ‘y bueno, es lo que hay’, pero no termino de tomar una posición muy clara. Por ejemplo, hace unos días leí que Matt Damon había insultado a alguien, pero no lo cancelaron porque no usa redes. Entonces las cancelaciones es un mundo de las redes.
-¿Entonces qué crees que nos va a dejar la cancelación como expresión social?
-Las cancelaciones creo que en algún momento van a pasar porque la gente va a cambiar, se va a sentir obsoleta diciendo algo fuera de lugar. Y el miedo a la misma cancelación va a hacer que la gente cambie: por ejemplo que mis viejos ya no digan chistes homofóbicos y racistas porque ahora no se puede. No me importa el método. Creo que las generaciones que vienen lo van a asimilar. A veces, hay actitud fuertes del tipo ‘es el momento en que te estamos mirando, tratá de no joder a los demás, ni ser misógino, ni mataputos ni racista’. Insisto en que es un momento interesante, con sus desbordes y con sus problemas, como todo movimiento. A las pendejas las veo muy sacadas, con mucha energía y las re banco porque caminar a los 18 años por la calle para mí era un problema (soy rubia, alta, tetona), de hecho, me achiqué las tetas. Es decir, me sometí a una operación para quitarme un atributo de algo que estaba bueno. Y lo hice porque los tipos me arruinaron la vida con eso: salir a la calle y enfrentar todos los días que te toquen, que te digan cosas, volver llorando. Todo eso nos lo tuvimos que bancar en silencio. Pero ahora los chabones se quejan porque los cancelan. Y bueno, chicos, porténse bien.
-Utilizas mucho las Redes Sociales para el humor. Durante la pandemia asistimos a la cultura de los memes como una gran síntesis de lo que nos ocurría en ese momento de aislamiento y virtualidad. ¿Las redes te resultan un espacio interesante para comunicarte con tus seguidores en este sentido?
-Las redes me sirvieron mucho para conseguir laburo como guionista. Pero ahora me ocurre que la diversión la despliego en la radio. Estoy en dos programas de radio y ahí le meto mucha ficha porque tengo la obligación de hacer mucho humor. Antes, lo hacía en redes. También sigo trabajando como guionista. Pero les di un uso interesante para visibilizar y creo que visibilizan a cualquiera que quiera ganarse un espacio en algún lugar, es una época privilegiada para los más jóvenes. Por ejemplo, terminé trabajando en radio porque me leían en redes y me sirvió porque quería hacer radio hablada. Hace cinco años que lo hago con María O’Donnell, una exigencia impresionante, cada día aprendo más y es la puta ama. También estoy en Nacional Rock con un programa propio y haciendo stand up. Entonces en la radio y en el escenario pude desplegar bastante humor.
Lo que me pasó en las redes es que el feminismo hace que cada día tenga menos humor, hizo que me ponga más seria. El feminismo hizo que utilice más las redes para visibilizaciones de la militancia -y no me arrepiento-. Creo que desde 2015 es un momento que nos pasó a todas desde 2015 hacia acá, que no utilices las redes sólo para pelotudear sino también para militar.
-Luego de escribir un guión, suelen haber cambios posteriores que pueden hacer directores o productores ¿sos celosa de tu trabajo?
-El guionista se enamora de lo que escribe, lo entregás y después depende del productor que lo aprueba. Tenés que tener un nivel de tolerancia a la frustración altísimo porque va a pasar por varias personas. Muchas veces lo va a analizar alguien que no tiene criterio. Para no frustrarse tenés que tener en claro que sos parte de un engranaje, porque sino te vivís amagando. Durante muchos años, no miré los programas que escribía porque los hacía mierda el productor, el actor o actriz no lo respetaban. Con los años aprendés que el guión va a sufrir modificaciones. Y si no querés frustrarte, tenés que hacer tus propias cosas. Por ejemplo, yo hago stand up, tenés que producir tu propia serie y después venderla. Woody Allen siempre decía que estaba tan frustrado de que toquen sus guiones que se dijo: ‘voy a hacer mis propias películas’. Tenés que tener el narcisismo y el ego manejado, entender que es un laburo en conjunto y que sos parte de una maquinaria. Y muchas veces, hay un idiota al frente del proyecto o un actor/actriz estrella que te cambia el texto con mucha irresponsabilidad. La tolerancia a la frustración, es clave, va para quiénes están estudiando esto: no sos el dueño del producto, sos el que hizo el guión.
-¿Sentís que hubo algún cambio dentro de la industria mainstream en relación a cómo guionar para llegar a las audiencias, cómo hacer y vender nuevos contenidos?
-Trabajé en muchos lugares y cada lugar es distinto. Estuve en aire, en cable, también viví afuera y trabajé para Chile y México. Lo que si me doy cuenta es que se van achicando las posibilidades, por el capitalismo. Ahora estoy escribiendo una serie para HBO. Hoy hay un nivel de exigencia alto porque las plataformas digitales subieron la vara, eso me gusta, pero por otro lado no tenemos la guita para hacer las cosas como se hacen en las plataformas. Entonces estamos en una competencia desleal y en ese sentido las plataformas generaron un problema.
Desde 2001 para acá, todos los guionistas en Argentina hemos trabajado para afuera, en la crisis del 2001 nos convertimos en personas muy baratas e hicimos mucha tele para afuera. Entonces, no es algo nuevo lo del streaming, es bastante común, por ejemplo yo escribí para México, Chile y Colombia. Ahora, lo que cambió es que los contenidos se globalizan. Y el desafío es cómo generar interés en todo el planeta. No sé si es para mejor o para peor, porque a veces te limita y le saca autenticidad: querés conformar a la industria, hacés algo ‘re mainstream’ pero sale medio lavada. A veces es indescifrable lo que pasa y no se si alguien tiene la respuesta porque los fenómenos se dan de una manera rarísima, que algo sea un éxito o no, depende de tantos factores que desconozco. Labure en programas buenísimos que no tuvieron rating y en programas de mierda que la rompieron. ¿Por qué funciona el Gran Hermano (GH) 5, pero el GH 6 no, el GH 7 más o menos y el GH 8 la explota? Los fenómenos se dan de una forma que los guionistas somos ajenos a eso.
-¿Y cómo vivís la diferencia de escribir un guión para vos misma cuando haces stand up o radio?
-En radio estoy más limitada porque tengo que hacer un humor de observación relacionado con las noticias (en el programa de María O’Donnell) así que ahí no tengo tanta libertad de elección de temáticas sino que me nutro de las noticias. En Nacional Rock, hago mi propio humor como en el stand up donde hago guiones que me divierten. Me gustan las dos cosas, en situaciones muy diversas como los formatos de radio, el stand up y los guiones para series. Entonces puedo canalizar mi humor en varios lugares con formas de escribir distintas. En el escenario tengo la libertad completa de hacer lo que quiera porque es mi show. Pero en la radio, no. No es que me censuren, sino que hay que saber que estoy en un medio y que hay compromisos. Hay que encontrar el momento y el lugar.
-¿Te resulta más fácil hablar de política, de los feminismos y de los temas de la agenda social desde el humor?
-Más que nada en stand up porque en redes te trollean o te insultan. Yo que siempre voté a la izquierda, me odiaron siempre los kirchneristas. Después lo milité a Alberto porque quería sacar a Macri y ahora me tildan de ‘K’. En realidad soy una troska con simpatía con los ‘K’ (risas) pero te ganas muchos enemigos. Por suerte estoy medio desde afuera, yo lo voté a Alberto pero si ahora estoy enojada con él lo digo, no estoy como supeditada a estar de un lado o de otro. Soy más descarnada, la voto a Myriam Bregman pero si mañana me falla soy la primera en putearla. Milito las injusticias y todo con lo que estoy de acuerdo. Pero con la pandemia estoy alejada de la política, en general. Estoy hace un año como en otra, pendiente de no morirme y de que no se muera mi familia, tratando de sobrevivir. Nunca me había pasado no estar interesada en las elecciones, pero estoy con la energía puesta en tratar de no contagiarme y que no se contagie nadie. Sólo con eso. No me interesa si Guzmán habló con el FMI, antes estaba pendiente de esas noticias. Ahora, estoy tratando de que no venga ‘la Delta’. Estamos todos esperando que esto se termine para acomodarnos, ¿no?.
–Hay una serie de prioridades que cambiaron para todos y todas…
-Y la mayoría de mis amigos y amigas son actrices, todos sin laburos, comediantes de stand up y guionistas sin trabajo porque se cortaron las series. Y si tenés laburo, no sabes hasta cuándo. Somos clase media, nadie se está muriendo de hambre y vas a tener un padre que te preste plata, o nadie va a terminar viviendo en la calle. Pero eso no significa que no estemos todos afectados por una gran crisis. Claro, que estamos en el privilegio de la clase media donde hay un ahorro o alguien que te eche una mano, quien no tiene para darle de comer a sus hijos debe ser un nivel de desesperación que no me quiero imaginar. La problemática de la desigualdad la pandemia la puso más en evidencia y la empeoró. Y en salud mental nos ha reventado en todos los sentidos.
-¿Hay algo que te gustaría hacer, seguir o mantener en términos profesionales y personales? Hablamos sobre lo que nos pasó en la pandemia y lo cierto es que también nos hizo repensar mucho sobre qué nos gustaría hacer, ¿no?
-Es verdad. El que cree que no le afectó la pandemia, igual le afectó. Precisamente le estoy dando mucha bola a qué quiero y no quiero. Estoy tratando de elegir lo que me gusta, tengo la suerte y el privilegio enorme de poder elegir dónde trabajar. Incluso no pienso tanto en el contenido, sino en cómo la paso. Por ejemplo, odio levantarme temprano pero amo trabajar con María O’Donnell y las personas con las que estoy valen la pena. Trato de elegir la paz mental, ante todo. La pandemia te hace ver que la vida es corta, que todo se acaba y que hay que darle prioridad a la felicidad. Estoy de acuerdo con eso.
A pesar de que soy muy vaga y que podría producir más series -algo que me está gustando-, tengo el privilegio de elegir las ofertas que me llegan. Creo que hay un factor suerte más allá de la trayectoria o el talento, y de veras me considero una persona con mucha suerte. Toco madera, porque la tengo hoy pero mañana, capaz, estoy de cajera en un supermercado. Eso es lo que tiene la vida de los medios, es impredecible.
Escuchá el episodio #8 de JUNTAS PODCAST en SPOTIFY donde conversamos con Flora Alkorta
Esta entrevista pertenece a la Serie JUNTAS, un ciclo de conversaciones con mujeres referentes de la cultura, la comunicación y el arte, que publicamos en formato podcast y gráfico.
*Andrea Sosa Alfonzo es comunicadora y periodista. Se especializa en comunicación digital. Es Directora Periodística de Revista RIBERAS. Ha publicado artículos en diversos medios de comunicación. También hace columnas para radio desde 2014.
**Clara Chauvín es periodista y productora de contenidos en Canal UNER y en Riberas. Desde el año 2009 viene trabajando en diferentes medios gráficos, radiales y televisivos, especializándose en género y feminismo. En 2019 publicó el libro «Hermanadas: Postales de lucha» (Editorial El Miércoles).