De núcleos duros y periferias blandas. Los desafíos de la persuasión política en un escenario electoral polarizado

Por Ana Castellani | Fotos: Ignacio Yuchark y Daniela Morán

La socióloga Ana Castellani, anticipó en el Anuario de Riberas que el resultado de las elecciones presidenciales iba ofrecer un panorama de cómo se configuraron los rasgos identitarios de los votantes en Argentina, tras cuatro años de la Alianza Cambiemos en el poder. La salida como el lugar transformado de los modos de hacer y entender la política**.

 

**Esta nota se escribió previamente a los resultados electorales del 27 de octubre, sin embargo sigue vigente gran parte de su análisis.

El escenario electoral argentino vuelve a presentar niveles de polarización elevados que requieren agudizar la mirada sobre los denominados núcleos duros o votantes sólidos y las llamadas periferias blandas o votantes en disponibilidad. Preguntarse sobre los rasgos sociodemográficos e ideológicos de estos grupos, sobre los factores que llevan a esa conformación identitaria particular y sobre las formas de persuasión política más efectiva para aquellos que aún no tienen decidido su voto y que son el objeto de desvelo del oficialismo y la oposición por estos días ya que muy probablemente sean los que terminen definiendo el resultado electoral.

Sin entrar en especulaciones sobre los porcentajes que integran cada uno de estos espacios y reconociendo la fluidez característica de los escenarios electorales, hasta ahora sabemos algunas cosas que vale la pena remarcar: a) existe un grupo de ciudadanos/as que tienen certeza sobre su voto en cualquiera de las instancias del calendario electoral (o a quién nunca votarían, que para este caso opera igual); b) esos votantes sólidos convergen mayoritariamente en las dos listas más competitivas (Frente de Todxs y Juntos por el Cambio) y una minoría se inclina por otras opciones más hacia la derecha, hacia el centro o la izquierda tradicional, y c) existe un porcentaje cada vez más reducido de personas que aún no saben a quién van a votar, que están muy decepcionadas con las dos opciones mayoritarias y que no encuentran ofertas electorales que los representen.

¿Qué rasgos socio-demográficos e identitarios definen a estos grandes grupos de votantes? Por definición un núcleo duro o voto sólido se caracteriza por una identificación política clara, definida por un conjunto de ideas, valores o emociones que configuran una identidad fuerte y estable. Muchos de ellos se involucran directamente en esos espacios como militantes o colaboradores, se muestran activos en las redes apoyando a sus organizaciones y dirigencias políticas, son conscientes de sus preferencias y no tienen problemas en explicitarlas y defenderlas en público.

En la coyuntura electoral actual, los votantes sólidos consideran que lo que está en juego es de suma importancia y por eso para ellos la contienda adquiere ribetes épicos que los llevan a extremar sus posiciones a tal punto que el debate se convierte en un diálogo de sordos en donde incluso se cae en la impugnación moral del adversario político.

En el caso del núcleo duro oficialista sabemos que está compuesto mayoritariamente por varones, mayores de 55 años, con estudios superiores, ubicados en niveles de ingreso medio-medio alto y alto de la pirámide social, residentes en CABA, zona norte del AMBA y zona central del país.

En términos identitarios se trata de un conglomerado heterogéneo donde conviven antiperonistas, liberales, radicales, socialistas que tienen un denominador común: son profundamente antikirchneristas y mantienen una valoración muy negativa de esos gobiernos y de sus dirigentes; en especial, de Cristina Fernández.

Este grupo detenta una doble distinción que los enorgullece: en términos morales se ufana de su superioridad ética e impugna al adversario desde lo moral, porque los considera ladrones (“no banco corruptos” “se robaron un PBI”), y en términos sociales, defiende la desigualdad y el principio meritocrático de jerarquización social (“no somos todos iguales” “nos merecemos distintas cosas”).

El perfil sociodemográfico del núcleo duro opositor es distinto: mayoritariamente son mujeres, jóvenes, con estudios básicos, sectores medios bajos y bajos, residentes en el conurbano bonaerense, la Patagonia y el NEA.

En términos identitarios se reivindican como kirchneristas vienen de tradición peronista y del centro-izquierda. Defiende la solidaridad como principio de organización social, la igualdad como horizonte, la acción colectiva como herramienta de transformación, la intervención estatal en la economía, la defensa de la soberanía nacional. Se reivindican como militantes y se interesan por la política.

Ahora bien, muy por el contrario, las periferias blandas presentan características muy distintas: están integradas por votantes fluctuantes, desafectados de la política, sin identificaciones partidarias sólidas, que reivindican su independencia para decidir en cada coyuntura a quién votar según un conjunto de razones que no derivan de una afinidad política definida sino de motivaciones más instrumentales, valorativas y/o emocionales propias del momento. Opciones que se definen ante las diversas ofertas electorales. Vale aclarar que a pesar de definirse como apartidarios y de no involucrarse en la política, estos ciudadanos tienen un conjunto de ideas firmes sobre lo político, el país, la sociedad, los grupos que la integran, sus relaciones, etc. Ideología que no se reconoce de manera consciente ni se encasilla explícitamente pero que está presente y opera como guía para la toma de decisiones a la hora de votar.

En términos sociodemográficos sabemos que se trata mayoritariamente de mujeres, jóvenes, con estudios básicos, sectores medios, medios bajos y bajos, residentes en zonas urbanas. Realizan una clara distinción social entre el que trabaja y el que no. Entre el decente y el delincuente. Tienen expectativas típicas de sectores medios aunque objetivamente no lo sean: quieren ascender en la escala social y están convencidos que pueden hacerlo solo a través del esfuerzo, “que nadie le regaló nada”.

Estos votantes blandos no conocen, no creen, no les interesa la política. No reivindican la militancia, más bien la cuestionan y sospechan de ella. No querría votar a ninguna de las opciones mayoritarias pero sabe que seguramente tendrá que optar por alguno de los dos. Están muy desencantados con el gobierno de Cambiemos porque no fue capaz de cumplir las promesas que hizo pero no necesariamente están desencantados con el contenido de esa promesa, quisieran  poder “alejarse de los de abajo”.  Su enojo con el gobierno no los define como opositores necesariamente porque asocian la oposición al kirchnerismo. Y tienen una mirada negativa del último gobierno de Cristina Fernández, por lo tanto no son permeables al “voto nostalgia”, no quieren que vuelva el 2015. Tiene arraigado el individualismo, el trabajo y el esfuerzo personal. Piensan que los gobiernos “deben ayudar al que se lo merece”, no a todos/as. Cree en el Estado como generador de igualdad de oportunidades no de igualdad estructural y por eso defiende una intervención estatal selectiva.

¿Qué factores ayudan a explicar este proceso de desafección política en una parte de la ciudadanía? Difícilmente podamos entender lo que pasa con estas personas sin considerar los efectos que ha tenido la difusión de la ideología neoliberal en nuestro país al menos en las  últimas tres décadas. Como toda ideología que se convierte en dominante, este conjunto de ideas-fuerza opera a través de diversos mecanismos y canales moldeando conductas, valores y formas de percibir lo que nos rodea, impregnando el sentido común de las mayorías.

Veamos estas cuestiones con más detalle. Las relaciones sociales no se dan en el vacío y tampoco se adecuan de forma exclusiva a las condiciones materiales que las sustentan. Precisamente para sostenerse en el tiempo, se van articulando en el marco de un sistema de valores que sirve de brújula para ir orientando acciones individuales y colectivas desde una mirada particular del pasado, el presente y el futuro. Por eso es habitual encontrar que sectores de la población que se ubican de la mitad para debajo de la pirámide social en función de su nivel de ingresos defienden ideas y valores propios de los sectores medios altos y altos.

La ideología neoliberal se asienta en una premisa fundamental de la cual se desprende un conjunto de ideas-fuerza: la libertad individual es el principal valor a preservar. El objetivo final de toda sociedad es el de mantener la libertad de sus integrantes por encima de cualquier otro, especialmente por encima de la igualdad, que por lo general es el valor que se interpone para terminar cercenando esas libertades individuales. Como la base última de la libertad individual se encuentra en su aspecto económico, el funcionamiento del mercado sin restricciones constituye su principal garantía. En ese marco, el Estado adquiere un doble rol: por un lado es un instrumento insustituible para preservar la libertad porque establece el significado de los derechos de propiedad y los garantiza; pero paradójicamente constituye a su principal amenaza, ya que la concentración de poder político en el Estado suele derivar en mayor intervención sobre el funcionamiento del mercado y sobre las libertades individuales básicas. De ahí la mirada tan negativa que sobre lo estatal y lo político presenta el neoliberalismo. Y en esa noción de paso, diluye e impugna los lazos sociales, las acciones colectivas, y resalta los atributos individuales como principales mecanismos de cambio.

 

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Ideas fuerza de la ideología neoliberal 

  • Primacía de lo individual por sobre lo colectivo

  • Libertad como principal valor, incluso sobre la igualdad

  • Meritocracia como principio de organización social

  • Defensa de las jerarquías sociales

  • Preferencia por la desigualdad

  • Estado/política como el espacio de lo corrupto/ ineficiente/ privilegiado/ improductivo

 

Ante este perfil de votantes las fuerzas políticas mayoritarias deben extremar sus estrategias persuasivas para convencerlos ya que en un escenario tan polarizado serán los que probablemente terminen definiendo el resultado de la elección. En principio podríamos decir que hay tres opciones:

  1. a) No hacer nada, dejar que “la realidad” haga su trabajo y se convenzan solos de lo que les conviene. Renunciando así a la principal tarea de la política en un año electoral: la persuasión.
  2. b) Abordarlos directamente con las mismas herramientas que se utilizan en las discusiones al interior de o entre los núcleos duros, propiciando una dinámica argumental confrontativa sostenida en datos y marcos de interpretación explícita y conscientemente politizados.
  3. c) Abordarlos indirectamente con estrategias no convencionales, específicas para este tipo de votantes, tensionando el sentido común desde la pregunta, escuchando mucho y sembrando dudas más que brindando certezas.

La persuasión política no es sencilla, mucho menos desde el llano. Pero en un escenario como el actual es una tarea ineludible para poder ganar las elecciones. Para que sea efectiva hay que tener en cuenta quién es el destinatario de la persuasión y desarrollar una actitud persuasiva: saber escuchar, estar dispuesto a conceder y ser capaz de resignificar las ideas del otro de una forma convincente. La escucha es fundamental para saber cuáles son los sentidos comunes arraigados. Es la operación que permite identificar aquello que se puede llegar a conceder e identificar aquello que se puede resignificar. Hay que preguntar más y afirmar menos. A su vez, la concesión es clave para lograr la empatía, Algo de lo que dice el otro tiene que ser aceptado. No se trata de renunciar a los principios, se trata de reconocer aquellas cosas que ya están arraigadas y que se pueden conceder para generar una conexión receptiva por parte del otro. El último paso es la resignificación de los sentidos comunes. Esa es la tarea que requiere la mayor inventiva. El uso de numerosas herramientas que apelen a los sentimientos y a la generación de dudas. La persuasión es una actitud, es una forma de tender puentes con alguien que no sólo piensa distinto sino que se acerca a la política de una forma completamente diferente. Y no se puede renunciar a esta tarea.

 

*Directora del Centro de Innovación de los Trabajadores (CONICET-UMET)