La crisis y recesión a nivel regional impacta sobre la clase trabajadora con altos niveles de desempleo, precarización, informalidad y flexibilización. En un futuro con degradación social, aparecen nuevos conceptos de empleo ligados a la productividad y por contrapartida, a la pérdida de derechos.
Por Ricardo Antunes* | Traducido por Mariela Praderio** | Ilustración: Cabro | Fotos: Colectivo Manifiesto y Sub Cooperativa de Fotógrafos
Pocos temas son tan polémicos como el trabajo. Fuera de moda en las décadas de 1980/90, se volvió un tema crucial en nuestros tiempos. Tercerización, precariedad, informalidad, flexibilidad, desempleo, ninguna de estas palabras pueden ser descifradas sin un análisis ligado al mundo del trabajo y de la producción de nuestro tiempo.
Fue a partir de la crisis estructural que surgió a inicios de 1970 (Mészàros, 2002 y Chesnais, 1996) –y que se intensificó a partir de 2008– que los capitales desencadenaron un amplio proceso de reestructuración productiva que resultó en formas de acumulación flexible, caracterizada por la reubicación productiva, por la expansión de las redes de subcontratación, por el trabajo en equipo, salarios flexibles, “células de producción”, “times de trabajo”, “compromiso participativo”, “trabajo polivalente”, “multifuncional”, con el objetivo primordial de reducir costos y aumentar la productividad (Antunes, 2003 y 2013).
La práctica de las “metas” y de las “competencias”, prolongadamente efectuadas por el admirable mundo de los “colaboradores”, todo esto se convirtió en el nuevo ideal y la nueva práctica del mundo productivo. Fue en esta complejidad que la tercerización ha venido constituyéndose en el nuevo elixir de la vida empresarial. Al expandirse para los más diversos ramos industriales, agrícolas y de servicios, la tercerización que en el pasado cercano era una excepción, viene convirtiéndose en regla.
El resultado está por todas partes: desempleo, precarización, informalidad, flexibilización, donde los trabajadores y trabajadoras son las víctimas principales. En tiempos de expansión, se amplían los empleos, como en el sector de servicios, dotados de alta rotatividad, poca calificación, y baja remuneración, del que son ejemplos los trabajos
en telemarketing y call center, hipermercados, hoteles, restaurants, comercios, etc. En épocas de crisis y recesión, como las que estamos viviendo no solo en los países del Norte como también del Sur del mundo, el resultado es más conocido todavía: erosión devastadora de los empleos y corrosión y demolición exponencial de los derechos del trabajo (Ver Pradella y Marois, 2015 y Antunes, 2013). De la lucha intensa de la clase trabajadora en la Francia de hoy, a la nueva rebelión de Oaxaca en Méjico, los ejemplos son abundantes. Y esto por no hablar de la experiencia de las empresas inglesas que amplían la modalidad perversa de trabajo llamada zero hour contact, donde los trabajadores y trabajadoras, especialmente en el sector de servicios, quedan a disposición integral para el capital, sin ninguna contrapartida que garantice el trabajo permanente. Y, por cierto, carentes de cualquier derecho.
Nuevas palabras aparecen en el diccionario del castigo laboral: flexibilización, voluntariado, emprendedorismo, todo esto en el medio del avance real de la devastación social. Y, cuando se consigue garantizar algun empleo, la consecuencia es inmediata: reducción salarial, burla mayor de los derechos sociales que degrada lo que queda de la dignidad del trabajo, sin hablar del debilitamiento de los sindicatos y de la reducción de las acciones colectivas que nos amenaza a llevar –si las resistencias no fueren fuertes y amplias– a lo que denominé como sociedad de la tercerización total.
Impulsado por la lógica del capital financiero, donde el tiempo y el espacio se convulsionaron, el desprecio del trabajo es el equivalente necesario en la base de la producción. Capital financiero en la cúspide, con dinero generando más dinero en la punta ficticia del sistema y una amalgama de formas precarias de trabajo de las cadenas globales productivas de valor. De China a India, de los EUA a Inglaterra, de Méjico a Brasil y Argentina, de Italia a España, de las Filipinas a Haití, es difícil huir de esta realidad. Cuando la resistencia sindical es mayor, la devastación es menor. Donde la resistencia es mas débil, los capitales globales avanzan en la destrucción de los derechos del trabajo. La pregunta, entonces, que no quiere callarse es: ¿cuál será, entonces, el futuro del trabajo, si su presente ha sido tan devastador?
*Profesor Titular de Sociología del Trabajo en IFCH/UNICAMP. Es autor, entre otros libros, de Los sentidos del trabajo (Herramienta), publicado también en Brasil, EUA, Inglaterra/Holanda, Italia, Portugal e India, y Adios al Trabajo? (Herramienta), publicado tambien en Brasil, Italia, España, Venezuela y Colombia; yRiqueza y Miséria do Trabajo en Brasil, Vol. I, II y III, (Organización, Boitempo). Coordina las Colecciones Mundo do Trabalho (Boitempo) e Trabalho e Emancipação (Ed. Expressão Popular). Colabora en revistas académicas en pais y el exterior y es participante activo de la Revista Herramienta (Argentina).
**Psicóloga UNESA-Río de Janeiro.
BIBLIOGRAFÍA
ANTUNES, Ricardo. (2013) Los Sentidos del Trabajo, Ed. Herramienta, Buenos Aires.
_________________. (2003) Adios al Trabajo?, Ed. Herramienta, Buenos Aires.
_________________. (2011) O Continente do labor, São Paulo, Boitempo.
CHESNAIS, François. (1996) A Mundialização do Capital, Ed. Xamã.
MÉSZÁROS, István. (2002) Para Além do Capital, Ed. Boitempo.
PRADELLA, Lucia e MAROIS, Thomas (Edit). (2015) Polarisingdevelopment: alternativestoneoliberalismandthecrisis. Pluto Press, London.